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De Trujillo a Guadalupe por tierras de conquistadores

Una ruta por carreteras secundarias para conductores apasionados, curiosos y aficionados a las leyendas, más o menos ciertas

Casco antiguo de la ciudad extremeña de Trujillo

Casco antiguo de la ciudad extremeña de Trujillo

Ana Montenegro

31.07.2020 01:00h

7 min

El viaje entre las localidades cacereñas de Trujillo y Guadalupe es una excelente opción para conductores de todo tipo de niveles e inquietudes, porque combina tramos de carretera rectos, con suaves desniveles, y zonas de montaña para los que prefieren una conducción más estimulante. Una ruta de poco más de una hora, unos 78 km, que nos permite pararnos en los rincones más interesantes, hacer una comida con calma y volver a nuestro destino o al punto de partida. Un recorrido que nos permite sumergirnos en tierras de conquistadores, de naturaleza salvaje, donde las leyendas todavía parecen creíbles e incluso fue escenario en varios capítulos de Juego de Tronos. 

Trujillo, el lugar que he tomado como punto de partida tiene buenas comunicaciones. La A-5 lo conecta con Madrid en dos horas y media, desde el norte se llega por la Ruta de la Plata, la autovía A-66 y está a sólo 48 km de Cáceres por la autovía A-58, un buen lugar para pasar la noche y disfrutar de una cena estupenda en alguno de los restaurantes de la plaza o incluso en el interior de las murallas en el Atrio o el Parador.

Plazas y calles empedradas

Trujillo merece un paseo con calma por su espectacular casco antiguo que ha sabido mantener la esencia medieval y palaciega en todos los rincones, pero en perfecta armonía con el siglo XXI. Toda la parte antigua está viva y activa, con casas particulares, negocios, terrazas y restaurantes diseminados en calles empedradas con bastantes cuestas.

La corona un espectacular castillo con las murallas perfectamente conservadas e impresionantes vistas de todo el entorno. Está muy claro por qué se construyó aquí. Este lugar fue campamento romano, alcazaba árabe, castillo cristiano e incluso en la televisión, Roca Casterly, la casa de los Lannister (nota especial para los seguidores de Juego de Tronos). La plaza mayor es una de las más grandes y bonitas de España, rodeada de palacios, soportales y de la elegante iglesia de San Martín.  El lugar en el que en la edad media se celebraban justas y mercados sigue muy activa, aunque este año no ha podido celebrar algunas de sus fiestas más famosas como la Feria Nacional del Queso que se organiza coincidiendo con el puente del 1 de mayo. Las tortas del Casar y de la Serena son una de las especialidades gastronómicas de la localidad, con los embutidos, la carne de Retinto y, por supuesto, las migas extremeñas. 

Un neoyorquino en Trujillo

El trujillano más ilustre, Francisco Pizarro, descubridor y conquistador del Imperio Inca, vigila la plaza a lomos de su caballo. La monumental escultura en bronce del soldado a caballo y tocado con un gorro de plumas es, curiosamente, también americana, pero más al norte, concretamente de Nueva York. Es obra del escultor y jugador de polo estadounidense Charles Cary Rumsey, donada por su mujer a la ciudad en 1927. Hay esculturas similares en Lima, donde murió Pizarro, y en Búfalo, donde nació Rumsey.

Tras la estela de Pizarro, muchos trujillanos de entonces (nobles, caballeros, aventureros o simples campesinos) viajaron al Nuevo Mundo en busca de aventuras y, sobre todo, de oro. Ese es el motivo por el que el nombre de esta localidad y de muchas de las que la rodean se puede encontrar también en Colombia, Argentina, Perú, Bolivia, Chile, Puerto Rico… Pero también lo que embelleció a Trujillo porque los que regresaron (no Pizarro, que murió en Lima) construyeron con el oro que traían palacios, casonas e iglesias.  

La última vez que hice este recorrido utilicé un Mitsubishi ASX automático. Es estupendo para estas carreteras porque además de ir muy bien sobre el asfalto me permitió penetrar en pistas para llegar hasta algunas casas. En esta zona los residentes no se preocupan mucho de los caminos de acceso, quizás para aumentar la sorpresa cuando llegas a las construcciones, muy cuidadas y algunas con impresionantes obras de arte. Esta es zona de finas de caza y de recreo de muchos empresarios, toreros, políticos, escritores y artistas. 

Al salir de Trujillo hay que dirigirse en dirección sur por la EX 208 pero no es difícil encontrarla porque la dirección a Guadalupe está bien señalizada. En los primeros kilómetros la carretera se despliega suavemente siguiendo la orografía del terreno en un paisaje de dehesas salpicadas de enormes piedras de granito. No es difícil ver en estas dehesas gorrinos o vacas retintas paseando. Las rectas y las suaves curvas se suceden mientras dejamos a la izquierda Madroñera y a la derecha el Pago de San Clemente, donde tenían sus casonas de verano los nobles de Trujillo y donde se pueden ver aún antiguos lagares para hacer vino o aceite, ahora convertidos en casas de campo.

Miradores a la sierra

Tras atravesar las localidades de Herguijuela y Conquista de la Sierra, (que aunque está en un llano debe su nombre a que mira hacia la Sierra de la Peña) una larga recta nos lleva hasta Zorita (no tiene nada que ver con la de la central nuclear del mismo nombre).  En esta localidad podemos hacer un alto para acercarnos al Mirador de la Peña, una ruta de senderismo que nos permite ascender hasta más de 500 metros, con el aliciente de poder ver buitres leonados muy próximos. 

A partir de Zorita la carretera se denomina EX 102 pero no hay que tomar ningún cruce ni desviación. El siguiente tramo son 18 km con los montes de la Sierra de la Peña a la izquierda, dehesas a la derecha y aves sobrevolando en el horizonte hasta Logrosán. En esta localidad una señal en una rotonda nos indica que estamos en uno de los caminos que llevan al monasterio de Guadalupe, que se construyó en 1337. En el siglo XIV este lugar se convirtió en un centro de peregrinación, pero los caminos que recorrían los peregrinos de la época los ha borrado el tiempo y la memoria. 

Sierras y desfiladeros

La vegetación cambia, las encinas empiezan a compartir el espacio con las chumberas y sobre el km 50 notamos que la carretera se empieza a hacer más retorcida, con curvas enlazadas mientras ascendemos.  Durante toda la ruta la carretera es ancha, con un buen asfalto y en algunos tramos con el carril de subida desdoblado, lo que facilita adelantar a los vehículos más lentos. Es fácil encontrar a grupos de motoristas trazando curvas.

Entramos en zona de sierra, aparecen los primeros pinos y llegamos a Cañamero, el punto más peligroso de la ruta. La carretera atraviesa el pueblo sin compasión, convertida en la calle de una localidad populosa. La cruzan pasos de cebra, tiene vehículos aparcados en doble fila y peatones que caminan por el asfalto. Mucho cuidado en esta travesía y mil ojos a lo que puede pasar en el entorno. Detrás de un juguete siempre hay un niño.

Justo al salir del pueblo la carretera atraviesa el desfiladero del río Ruecas, encajonado entre las paredes de roca de las montañas y con el río a la derecha. El paisaje es espectacular con pinos y chopos. En este punto hay otra ruta de senderismo perfectamente señalizada que nos lleva a descubrir pinturas rupestres y una orografía impresionante. 
Atención en la entrada a Guadalupe. Hay diferentes indicaciones que pueden confundir. La localidad se erige sobre la cima de una colina, lo que significa que todo son cuestas. Se puede circular por todo el municipio, pero no es fácil y menos aún aparcar, así que mi recomendación es dejar el vehículo, sobre todo si es de cuatro ruedas, en una de los aparcamientos de las afueras y recorrer las callejuelas a pie.

Milagros que vinieron de América

El origen de todo esto se remonta a finales del siglo XIII cuando un pastor encontró en este punto una imagen, gracias a unas apariciones milagrosas. La imagen es negra, como otras que se veneran en la zona, por ejemplo, en Madroñera. Su homónima de México tiene su origen en unas apariciones locales y, aunque también es morena, sus rasgos son mestizos. En ambos casos parece que los santuarios se construyeron sobre lugares de tradiciones más antiguas.

El resultado en el Guadalupe español de Cáceres es un impresionante monasterio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993. Su arquitectura es una armoniosa mezcla de diferentes estilos (románico, gótico, mudéjar, barroco…), lujosos y sobrios, que lo hace aún más tractivo y perfecto decorado para cualquier escena de película. Está decorado con obras de El Greco, Goya, Zurbarán, Lucas Jordán… así que la visita es imprescindible… El monasterio tiene una hospedería y un restaurante ubicado en un claustro, de estilo mudéjar, donde se come bien y con encanto. Como alternativa, enfrente hay un Parador que también ofrece restaurante y alojamiento. Una buena alternativa para retomar fuerzas antes del regreso.

 

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