Volvo Cars ha anunciado el despido de 3.000 empleados en todo el mundo, principalmente en puestos de oficina y departamentos de I+D, como parte de un ambicioso plan de reestructuración destinado a reducir costes y afrontar el enfriamiento de la demanda de vehículos eléctricos. Se trata del primer gran movimiento corporativo tras el regreso de Håkan Samuelsson como consejero delegado el pasado mes de abril.
Los recortes suponen la salida del 15% de la plantilla de cuello blanco de la firma sueca —propiedad del grupo chino Geely— y afectarán principalmente a las oficinas centrales de Gotemburgo (Suecia), aunque se extenderán a todas las divisiones y geografías donde opera la compañía. Volvo cuenta actualmente con más de 42.000 empleados, de los cuales 29.000 están en Europa, 10.000 en Asia y 3.000 en América.
"Se trata de un trabajo de cuello blanco en casi todas las áreas, incluyendo I+D, comunicación y recursos humanos. Será muy saludable para el grupo, nos ahorrará dinero y permitirá a las personas asumir mayores responsabilidades”, declaró Samuelsson a Reuters.
Un plan para ahorrar 1.660 millones
La medida forma parte de un programa más amplio de reducción de costes, valorado en 18.000 millones de coronas suecas (unos 1.660 millones de euros), con el que Volvo busca establecer una base de costes “estructuralmente más baja” y ganar agilidad operativa. La reestructuración implicará un gasto único de 1.500 millones de coronas por costes de despido.
Según el nuevo director financiero, Fredrik Hansson, “no se dejará piedra sin remover”. El ejecutivo reconoció que todos los departamentos y localizaciones de Volvo se verán afectados, aunque Suecia será la más impactada.
Unas semanas antes, Volvo Cars anunció un recorte de plantilla en EEUU. La medida afecta al 5% de los empleos en la planta de Volvo (propiedad de la china Geely) en Charleston, en Carolina del Sur, como parte de un ajuste operativo motivado por las condiciones cambiantes del mercado y la creciente incertidumbre en torno a las políticas comerciales, incluidos los aranceles entre Estados Unidos y otros mercados. El recorte laboral afectará a unos 125 trabajadores de los aproximadamente 2.500 que emplea actualmente la compañía en esa planta, según confirmó un portavoz de Volvo.
La empresa ha prometido detallar la nueva configuración organizativa definitiva en otoño. Por ahora, el plan se interpreta como un intento decidido de Samuelsson por recuperar la confianza del mercado, tras un 2024 en el que las acciones de Volvo Cars cayeron un 24%, tocando mínimos históricos pese a unos beneficios netos de 15.900 millones de coronas (1.399 millones de euros), un 13% más que el año anterior.
Contexto de presión global
Volvo Cars no escapa a las turbulencias que azotan a toda la industria del automóvil: altos costes de producción, incertidumbre regulatoria, nuevas amenazas arancelarias desde Estados Unidos y una ralentización en la adopción del coche eléctrico, especialmente en Europa.
El año pasado, Volvo vendió 763.400 vehículos, un 8% más que en 2023, con un crecimiento destacado del segmento 100% eléctrico, que ya representa el 23% de sus matriculaciones, siete puntos más que el ejercicio anterior. Sin embargo, este impulso no ha sido suficiente para compensar la caída del margen de beneficio ni la creciente competencia en precios liderada por actores como BYD o Tesla.
Mensaje a largo plazo
La dirección de Volvo ha enmarcado estos despidos como una decisión estratégica a largo plazo. “Estos cambios estructurales son necesarios para que Volvo Cars pueda cumplir con su estrategia de crecimiento rentable y mantenerse competitiva en un entorno exigente”, indicó la compañía en un comunicado oficial.
Volvo, que había retirado recientemente su previsión financiera para 2025, se enfrenta ahora al reto de reconstruir confianza y estabilidad sin frenar su transición hacia la electrificación, en un entorno donde el pragmatismo parece imponerse al entusiasmo eléctrico que dominó los últimos años.