La moto eléctrica es una gran herramienta para la movilidad urbana. Responde bien a las tres preguntas que se plantean los clientes para decidir su compra: ¿Tendrá autonomía suficiente? Sí, cuando el objetivo es la movilidad urbana las motos eléctricas ofrecen autonomía de sobra. ¿Podré recargarla? Además de la red de cargadores disponible, las baterías extraíbles en muchos modelos y las opciones con conector schuko (enchufe convencional), facilitan mucho la tarea. ¿Es más cara? No necesariamente. Y el orden de magnitud de precios de una moto no es el del coche. Si hay diferencia, no es tan abultada. Estas tres respuestas positivas explican que el mercado de la moto eléctrica esté creciendo.
Artículo publicado en Auto Mobility Trends 2025. Descarga en este enlace el Barómetro
Ahora bien, no todo es eléctrico. La categoría L engloba desde ciclomotores hasta cuadriciclos. Vehículos distintos diseñados para cubrir propósitos muy diferentes. Las dos se llaman “moto”, pero entre un scooter urbano y la gran motocicleta que utilizan los agentes de la Agrupación de Tráfico hay grandísimas diferencias. La tecnología actual de las baterías no permite el nivel de prestaciones que requiere la Guardia Civil en la carretera. Se necesitaría una batería con un peso y un volumen que una moto, con limites claros en esos aspectos, no puede albergar. Y las hibridaciones tampoco tienen mucho sentido en esta categoría, pues implican una doble motorización, y la eficiencia ganada se pierde por el incremento de peso y volumen.
Soluciones complementarias
Atendiendo al principio de neutralidad tecnológica tenemos soluciones complementarias a la electrificación. Ya tenemos combustibles ecológicos que resuelven esas otras motos y vehículos ligeros que no se pueden electrificar. Y otras soluciones, actualmente en desarrollo, terminarán por llegar al mercado.
La neutralidad tecnológica es fundamental. Tendemos a olvidar cuál es el verdadero objetivo, que no es la electrificación, sino la sostenibilidad: descarbonización, mejora de calidad del aire y reducción de la congestión del tráfico.
En esos objetivos verdaderos, los vehículos de categoría L son y serán cada vez más estratégicos. Sean eléctricos o no, por consumo de materias primas, por su reducido tamaño y peso, son el vehículo motorizado con la huella ambiental más reducida. Satisfacer un amplio rango de necesidades de movilidad con una huella ambiental mínima, eso sí es importante.
