En la última década, hablar de automoción implica hablar de la transición hacia la nueva movilidad. Una transformación industrial que el sector lleva tiempo acometiendo, enfrentando retos como las incesantes exigencias regulatorias, tensiones geopolíticas o, más recientemente, guerras comerciales que trascienden a la propia industrialización y que tienen al sector como una de las piezas clave a ganar. Atrapado entre la presión activista y el incesante debate social y político sobre qué tecnología liderará la movilidad cero emisiones, en estos años el sector europeo ha logrado redefinirse para que, junto innovación y tecnología, la sostenibilidad forme ya parte de nuestro ADN.
Artículo publicado en Auto Mobility Trends 2025. Descarga en este enlace el Barómetro
2024 fue un año agridulce. Mientras el mercado volvió a superar el millón de ventas de turismos, la producción sufrió un importante retroceso por los mercados europeos a la baja y los trabajos en curso en varias fábricas. En electrificación, 2024 cerró con una cuota del 11%, inferior a la registrada en el año anterior y por debajo del ritmo europeo del 21%, y en 2025 ha metido una marcha más y ya supera el 17%. Buenas noticias, pero que no deben invitar al conformismo porque en el marco regulatorio europeo del Fit for 55 hay que crecer al ritmo vertiginoso exigido. Así que el sector insiste en impulsar medidas para consolidar un mercado que se está asentando. Porque para España, su industria y empleo, esta lucha no es trivial, sino vital: está en juego todo nuestro sector de automoción, una de las bases de la economía.
España tiene potencial para ser un hub europeo de electromovilidad. Contamos con más de 380 modelos electrificados, una industria innovadora y más de 40.000 puntos de carga pública. Y ese es el objetivo de ANFAC: pelear por seguir siendo el segundo fabricante europeo en el nuevo paradigma post combustión. Para ello, proponemos actuar en tres frentes. Una política industrial que refuerce nuestras capacidades, la de toda la cadena de valor. Una política de demanda que acompañe (y rentabilice) el esfuerzo industrial con planes de ayuda eficientes, sostenidos en el tiempo; una fiscalidad que incentive, y no penalice; y una política de gestión de la recarga coordinada a nivel nacional y con objetivos y responsables claros. Y un entorno positivo hacia la industria y el vehículo privado, que avance en la sostenibilidad ambiental, pero no olvide la competitividad y productividad y permita también avanzar en nuevas oportunidades (como el vehículo autónomo).
Si queremos mantener una industria que aporta a España el 9% del empleo, 16.000 millones de saldo positivo a la balanza comercial y es el 2º mayor productor europeo de vehículos debemos trabajar con una visión de 360º, y hacerlo desde la óptica europea, pero con una estrategia española. Porque si algo ha quedado claro del reciente escenario geoestratégico y comercial es que la automoción es el objeto de deseo que todos quieren. Por ello, ANFAC impulsa junto al Ministerio de Industria el Plan España Auto 2030-2035, un proyecto-país con una hoja de ruta compartida e inclusiva en el que se alineen descarbonización, reindustrialización, innovación y empleo de calidad. El sector está preparado, pero no puede afrontar este reto solo. Toca remangarse a todas las partes.