Toyota, el mayor fabricante de automóviles del mundo por volumen, ha puesto cifras al golpe que suponen los nuevos aranceles estadounidenses sobre las importaciones de vehículos y componentes: 180.000 millones de yenes, unos 1.105 millones de euros, solo en los meses de abril y mayo. Y eso es solo el principio. Así lo ha revelado el director financiero de la compañía, Yoichi Miyazaki, durante la presentación de resultados trimestrales celebrada este jueves en Japón.
El impacto ha sido de tal magnitud que Toyota ha tenido que revisar a la baja sus previsiones para el actual ejercicio fiscal, que se extiende hasta marzo de 2026. La compañía con sede en Aichi anticipa que su beneficio neto caerá un 34,9 % interanual, hasta situarse en los 3,1 billones de yenes (unos 19.000 millones de euros), mientras que su beneficio operativo retrocederá un 20,7 %, hasta los 3,8 billones de yenes (23.300 millones de euros).
Sin subida de precios… por ahora
A pesar del elevado coste derivado de la nueva política arancelaria de la administración Trump, Toyota ha decidido no trasladar de momento el sobrecoste a los consumidores, algo que sí ha hará Ford. "No contemplamos aplicar subidas de precios a corto plazo en el mercado estadounidense", afirmó Miyazaki, aunque matizó que "dependiendo de cómo evolucione la situación, tomaremos las acciones pertinentes".
El presidente y CEO de Toyota, Koji Sato, subrayó la necesidad de mantener la flexibilidad en un entorno comercial cambiante: "No tenemos poder para decidir sobre aranceles, así que debemos adaptarnos con agilidad". En esa línea, Sato insistió en que Toyota refuerza su apuesta por la producción local en cada mercado, tanto en términos de ensamblaje como de desarrollo tecnológico, especialmente en un horizonte de medio y largo plazo.
EEUU, un mercado clave bajo presión
El Gobierno de Donald Trump ha impuesto desde abril un arancel adicional del 25 % a todas las importaciones de vehículos, y ha ampliado ese gravamen también a los componentes desde este mes de mayo. El golpe es especialmente duro para Toyota, cuyo principal mercado global es Estados Unidos, donde se concentra aproximadamente un cuarto de su volumen de ventas mundial.
Aunque el grupo japonés ya cuenta con una importante red de fábricas en suelo estadounidense, todavía depende en gran medida de las importaciones desde Japón y otros países de Asia, lo que lo expone directamente al efecto de estos nuevos impuestos comerciales.
Más incertidumbre para la automoción global
La revisión a la baja de los resultados de Toyota se suma a un clima de creciente incertidumbre para el sector automovilístico, golpeado por la ralentización de la electrificación, la guerra comercial y la presión sobre los costes. A pesar de haber superado los 10 millones de unidades vendidas en 2024, Toyota se enfrenta a un 2025 marcado por la necesidad de redefinir sus estrategias de producción, abastecimiento y precios.
Por ahora, el fabricante nipón descarta una guerra de precios o una contracción de su oferta, pero reconoce que "las operaciones deben ser revisadas constantemente" en función de cómo evolucione la demanda y la coyuntura internacional.