Industria

Nikola: la esperanza verde era en realidad un lobo de Wall Street

Su fundador, Trevor Milton, actuó como telepredicador y cameló a Iveco y GM con un camión de hidrógeno que no tenía motor

Trevor Milton, fundador de Nikola, presenta el acuerdo con Iveco

Trevor Milton, fundador de Nikola, presenta el acuerdo con Iveco

Ana Montenegro

05.01.2021 00:00h

9 min

El pasado 23 de diciembre, unas horas antes de la tradicional comida navideña, que en Estados Unidos es sagrada incluso en este año de pandemia, la última estrella de Wall Street, Nikola Motor, informaba que cancelaba el pedido de 2.500 camiones eléctricos de recogida de basuras para Republic Servies, la segunda empresa del sector de recogida de residuos de Estados Unidos. No podía fabricarlos y su precio sería astronómico. Sólo un mes antes, el 30 de noviembre se cancelaba el acuerdo con General Motors (GM) para fabricar el pick-up eléctrico Badger. Eran los últimos grandes contratos de la que hasta hacía unas semanas era una empresa de éxito. Su valor en bolsa había caído un 81% desde junio de 2020.

Con el cierre del año 2020 se ha puesto fin a la burbuja de una de las historias empresariales más surrealistas de los últimos tiempos. Poco más de dos años para tocar el cielo y caer a lo más hondo. Aunque, realmente, no es la historia de una empresa, sino la de un hombre muy listo que con toda probabilidad terminará en una película de Hollywood. Tampoco es realmente una historia de vehículos nuevos, ni de energías alternativas, ni del transporte, ni siquiera de la protección del medio ambiente. Es algo más simple, que se remonta al origen del capitalismo, una gran estafa.

Pasado oscuro del fundador

Trevor Milton, el fundador de Nikola, no es un Karl Benz, un Henry Ford, un Ferdinand Porsche o un Andrè Citroën del siglo XXI, ni siquiera se acerca a su odiado Elon Musk, es más bien Jordan Belfort, el protagonista de ‘El lobo de Wall Street’.

Milton nació el 6 de abril de 1982 en Utah, el estado más mormón de Estados Unidos, en una familia de clase media, su padre trabajaba para la empresa ferroviaria Union Pacific y su madre era agente inmobiliaria. Desde pequeño demostró que los estudios no se le daban muy bien, sólo estuvo un semestre en la universidad local, pero sí que era un gran seductor. Un amigo de juventud lo definió en el Financial Times como “un vendedor evangelista”, con un gran poder de convicción, que ha demostrado con creces.

Camión eléctrico de Nikola, aliada con Iveco / NIKOLA

Tras tantear un par de negocios decidió que su vida se centraría en los camiones eléctricos y el hidrógeno, siguiendo la estela de su amado-odiado Elon Musk (incluso lo demandó, quizás para llamar su atención, alegando un increíble robo de tecnología). Cuando en 2014 creó en Salt Lake City (Utah) su última empresa (por ahora) la llamó Nikola Motor Company. El nombre es el del ingeniero e inventor austriaco Nikola Tesla, el gran genio de la electricidad a finales del siglo XIX y principios del XX. Musk se quedó con el apellido para su empresa de coches eléctricos, Milton tomó el nombre de pila para la suya de camiones. 

La poca imaginación en el nombre debió ya hacer sospechar a los posibles inversores sobre una empresa que, además, no tenía tecnología ni fábricas y que los anteriores negocios de Trevor Milton terminaron en el juzgado. Una empresa de seguridad o una web de comercio electrónico, a la que llamó Upillar, y que, sin pudor, en su perfil aseguraba que competía con Amazon. Antes de Nikola había creado dHybrid Systems, en la que puso de presidente a su padre, William Milton, y de la que en 2014 vendió el 80% a la petrolera Worthington por 15,9 millones de dólares, lo que llevó a otro juicio. El pasado mes de mayo, cuando el final estaba ya muy próximo, un artículo que le dedicó Forbes se titulaba: ‘El fundador de Nikola Motor perdió todo dos veces…”. La tercera estaba a la vuelta de la esquina.

Orígenes de Nikoa

Antes, Milton trabajó duro. En 2016 con la sede de Nikola Motor ya en Phenix (Arizona) empezó la campaña para crear la gran operación con el teórico objetivo de construir ‘los camiones del futuro’, propulsados con energía eléctrica y pila de combustibles. Pero las intenciones no estaban claras. Contrató a su hermano, Travis Milton como Director de Producción e Infraestructura de Hidrógeno, pese a que no tenía ninguna experiencia con esta tecnología. Hizo contrataciones de ingenieros, pero ninguno especializado en automoción ni en energías alternativas. Hasta que en septiembre de este año ficha a Stephane Girsky, socio director de una consultora independiente y ex vicepresidente de GM (trabajó en la empresa de Detroit entre 2009 y 2014), que le abrió las puertas al gigante automovilístico. Compró un terreno aprovechando ayudas fiscales, pero nunca construyó nada. Sólo creó una gran burbuja con la que consiguió, sorprendentemente, engañar con trucos bastantes burdos.

Montada la empresa se inventó el producto con el que empezar a moverse para captar inversores, lo llamo Nikola One y se presentó a finales de 2016. Era un camión que, se suponía, tenía seis motores eléctricos con una potencia total de más de 1.000 caballos, pero realmente no había ninguno. Se dejó caer lo que realmente era una maqueta por una pendiente del 3% y se grabó con una cámara inclinada para que pareciese que circulaba en llano y a 80 km/h. Financial Times lo comprobó posteriormente. Con esas imágenes se preparó un video promocional en 2018 (todavía se puede ver en Youtube) y en mayo de ese año demanda a Tesla por violar patentes y le reclama 2.000 millones de dólares. La operación empezaba a tomar forma. Ya había conseguido vincular su nombre a la empresa más buscada en Internet. A partir de entonces Nikola pasó a ser la ‘Tesla de los camiones’ y su fama estaba asegurada.

El primer gran golpe lo da en septiembre de 2019 al firmar un acuerdo con CNH Industrial para que sus filiales europeas de vehículos industriales y motores, Iveco y FPT, desarrollasen un camión eléctrico y de pila de combustible que, teóricamente, se empezaría a vender a mediados de 2020. Sólo tres meses después, en diciembre, los italianos le montaron un show en Turín, en el que participó el propio Milton y donde se presenta el Nikola Tree sobre la estructura del Iveco S-way, que se produce en Madrid. El prototipo no se movió, pero hoy sabemos que tampoco habría podido hacerlo porque no había pendientes en la sala. CNH Industrial anunció entonces una inversión de 250 millones en Nikola para adquirir el 7,2% de la start up y que el futuro camión eléctrico se fabricaría en la factoría de CNH en Ulm (Alemania), especializada en camiones de bomberos. 

Aunque la multitudinaria rueda de prensa italiana se hacía lejos de casa, servía para ganar credibilidad ante posibles futuros inversores. La operación era en si misma rara. Que una empresa estadounidense, especializada en tecnología de propulsión eléctrica buscase como socio industrial a una pequeña empresa europea y de poco volumen resultaba un extraño negocio.

Pero la burbuja estaba creara y todo empezaba a ir sobre ruedas para Trevor Milton, que preparaba su gran golpe, la salida a Bolsa. Y como todo lobo de Wall Street empieza a comportarse como un verdadero millonario. En noviembre del 2019 se compra un mega rancho, en casa, en Utah, por 32,5 millones de dólares. La operación disparó el mercado inmobiliario local pero los 2.000 acres atravesados por un rio y aparecer en todos los medios de comunicación del mundo merecía la pena. “La ciudad es lo opuesto a lo que yo quiero en la vida”, declaró, “disfruto del campo, los grandes espacios, la privacidad y la vida salvaje”. Añadió que se planeaba criar reses orgánicas y cultivar productos también muy eco.

Salida a bolsa y el gran engaño

Siete meses después, el 4 de junio de 2020, ignorando la pandemia que todavía azotaba Nueva York y las revueltas antirracistas, Nikola empieza a cotizar en Wall Street dentro del índice tecnológico NASDAQ y rompe el mercado. El 9 de junio el valor de las acciones alcanzaba los 80 dólares y en agosto la compañía ya valía 24.000 millones de dólares, casi igual que Ford. Milton era mil millonario al controlar el 20% del capital de su empresa. Y todo ello sin tener una tecnología probada, sin haber fabricado un sólo vehículo, ni tener una fábrica, pero sí 14.000 pedidos por valor de unos 10.000 millones de dólares de los que ya había cobrado la señal.

El 8 de septiembre se produce la gran noticia, se anuncia el acuerdo por el que GM invertía 2.000 millones en Nikola para comprar el 11% de su capital, además aportaba sus fábricas para producir el pick up eléctrico Badger con el que Milton decía que iba a desbancar al Ford 150, el modelo más vendido en Estados Unidos donde este tipo de vehículos, los truck, son las estrellas del mercado. Además, daba acceso a Nikola a la tecnología de propulsión eléctrica y de pila de combustible de GM. 

Los problemas más acuciantes de Nikola podían disimularse unos meses más. No sabemos qué habría hecho Milton, posiblemente una ampliación de capital, pero la alegría le duró sólo dos días. El 10 de septiembre un prestigioso analista financiero, Hindenburg Research, publica un informe demoledor con un título explícito ‘Nikola: Cómo convertir un océano de mentiras en una asociación con el mayor fabricante de automóviles de Estados Unidos’.

Fraude continuado

Además de desvelar la estafa del Nikola One, destapaba el fraude continuado del que responsabilizaba directamente a Trevor Milton. Mentiras reiteradas del CEO de Nikola como proyectos de camiones en los que no se había invertido un solo dólar, una tecnología de baterías que no existía y que ya se había confirmado como fraude en diciembre de 2019, la mayor hidrogenera de occidente en su sede central y una red de ocho en otros puntos que eran invisibles. Además, desmontaba la afirmación de Milton de que era capaz de reducir un 85% el coste de producción del hidrógeno, y confirmaba que su libro de pedidos incluía muchos cancelados. Quizás lo más llamativo es que las placas solares de 3,5 MW de las que alardeaba sólo existían en su casa.  Todo ello avalado y confirmado con pruebas, declaraciones, correos electrónicos, vídeos, etc. “Nunca hemos visto este nivel de engaño y de este tamaño en una empresa cotizada”, confesaba el analista.

La fiscalía del sur de Nueva York (para los adictos a series la que sale en Billions), la SEC (el equivalente estadounidense a la CNMV) y el Departamento de Justicia empezaron a abrir investigaciones. Trevor se defendió atacando, acusó a Tesla, y frente al informe de Hindenburg actuó como un niño con una pataleta, aseguró que la gente iba a querer más a Nikola por esos ataques. Sin poder justificar nada, se ve obligado a dimitir el 22 de septiembre y abandona la compañía que se queda en manos de Mark Rusell, un antiguo amigo de Milton que llegó a Nikola a principios de 2019. En junio había sido nombrado director ejecutivo y tres meses después CEO. No tiene ninguna experiencia en camiones ni en propulsiones alternativas, había sido presidente de Worthington Industries, una empresa de aceros que suministraba a empresas de automoción. Poco eco y poco hidrógeno. Hoy Nikola vale un 81% menos que en junio cuando las acciones se cotizaban a 80 dólares. Ahora valen 15 dólares, con suerte.

El último capítulo de esta historia posiblemente está aún por escribir, pero es casi seguro que el primer camión de hidrógeno, cuando sea una realidad, no llevará en su morro la marca Nikola y, posiblemente, tampoco Iveco. Pero por el camino algunos se han hecho ricos. Lo que un profano se pregunta es cómo grandes compañías como GM o CNH, con sólidos equipos jurídicos, llegaron a acuerdos con una sociedad que no era ni humo.

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