En Bruselas, mientras los focos políticos se concentran en los grandes fabricantes y en el calendario del coche eléctrico, los proveedores de automoción mueven ficha para evitar quedar atrapados en la tormenta perfecta que sacude al sector. CLEPA, la patronal europea de fabricantes de componentes, ha llevado su mensaje directamente al despacho de Ursula von der Leyen: sin medidas urgentes para crear un blindaje ante los agresivos competidores, la industria auxiliar europea corre el riesgo de perder músculo, inversiones y cientos de miles de empleos.
La carta enviada a la presidenta de la Comisión Europea es una advertencia basada en datos. Los proveedores generan el 75 % del valor de un vehículo, emplean a 1,7 millones de personas en la Unión Europea e invierten cada año 30.000 millones de euros en I+D. Son, en palabras del sector, la columna vertebral silenciosa del automóvil europeo. Y, sin embargo, también son los más expuestos al aumento de costes energéticos, a la presión regulatoria y a la competencia de actores extracomunitarios.
Según los cálculos que maneja CLEPA, si no se corrige el rumbo, Europa podría perder hasta 650.000 empleos de aquí a 2035, incluyendo un primer golpe de 350.000 hasta 2030. Una sangría industrial que no solo afectaría a las fábricas, sino a la capacidad tecnológica y estratégica del continente.
El contenido local como escudo
Donde el discurso se vuelve más contundente es en la exigencia de normas de contenido local. Para CLEPA, definir qué es un “vehículo fabricado en Europa” no es proteccionismo, sino una herramienta de supervivencia industrial. La propuesta pasa por exigir que el ensamblaje final se realice en la UE y que al menos el 75 % del valor de los componentes —excluida la batería— sea de origen europeo, con umbrales progresivos para los componentes críticos.
El objetivo es claro: estabilizar la inversión, evitar deslocalizaciones y proteger empleo altamente cualificado, sin encarecer los vehículos. Según el sector, cerca del 80 % de los componentes de los coches ensamblados hoy en Europa ya se producen localmente.
España se suma a la presión
El mensaje ha encontrado eco en España. Sernauto, la Asociación Española de Proveedores de Automoción, reclama “cuanto antes” una norma de contenido local que garantice las capacidades industriales frente a la competencia extracomunitaria. La patronal propone que los fabricantes que lleguen de fuera cuenten con un ecosistema de proveedores europeos de entre el 70 % y el 80 %, equivalente al valor añadido que hoy genera la industria en la UE.
Para Sernauto, la medida es clave para retener actividades estratégicas como el diseño y la ingeniería, evitar la pérdida de masa crítica industrial y reforzar la autonomía estratégica europea. En un momento en el que la cadena de suministro “está sufriendo”, el contenido local se presenta como un dique frente a la erosión industrial.
Energía, regulación y financiación: las urgencias
El diagnóstico sobre las necesidades de la industria de proveedores es claro: energía fiable y asequible, trámites más rápidos, regulación menos fragmentada y financiación suficiente para tecnologías críticas. Para los proveedores, competir con China o Estados Unidos sin resolver estos factores es una carrera desigual desde la salida.
Pero el núcleo político del mensaje va más allá. CLEPA reclama flexibilidad para cumplir los objetivos de reducción de CO₂ de 2030 y 2035 y un enfoque abierto a la tecnología. Electrificación, sí, pero no en solitario. Híbridos enchufables, eléctricos de autonomía extendida y combustibles renovables deben formar parte de la ecuación, al menos durante la transición.