Las negociaciones comerciales entre la Unión Europea y China han entrado en una fase decisiva, con avances tangibles en dos frentes críticos: los aranceles a los coches eléctricos y el acceso europeo a tierras raras. Pekín ha anunciado que agilizará los permisos de exportación de estos minerales estratégicos ante la "preocupación" en Europa ante una nueva crisis de suministros, en paralelo al diálogo en curso para alcanzar un compromiso sobre los gravámenes aplicados desde octubre de 2024 por Bruselas a los vehículos eléctricos de origen chino.
Según un portavoz del Ministerio de Comercio de China, las conversaciones “han entrado en su etapa final, aunque aún requieren esfuerzos por ambas partes”. En una reunión celebrada el pasado 3 de junio en París, el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, y el comisario europeo de Comercio y Seguridad Económica, Maros Sefcovic, mantuvieron lo que ambas partes han calificado como una “discusión profesional y en profundidad”.
La Unión Europea propuso explorar conjuntamente nuevas vías tecnológicas para abordar la cuestión de fondo del caso antisubvenciones, lo que China se ha comprometido a evaluar “desde los aspectos legal y técnico”. El objetivo es encontrar una solución “mutuamente aceptable” que respete tanto las normativas de cada parte como las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), según el comunicado del Ministerio.
Canal verde para las tierras raras
En un gesto interpretado como señal de distensión, China ha anunciado que establecerá un “canal verde” para acelerar la aprobación de exportaciones de tierras raras hacia Europa, siempre que cumplan con los requisitos legales. Estos materiales son esenciales para la fabricación de componentes tecnológicos, motores eléctricos y sistemas de defensa, y su suministro ha estado en entredicho desde que Pekín impusiera en abril un nuevo sistema de licencias bajo motivos de seguridad nacional.
China controla aproximadamente el 49 % de las reservas mundiales de tierras raras y procesó el 99 % de las tierras raras pesadas utilizadas en 2024, lo que convierte cualquier interrupción en su exportación en una amenaza directa para industrias clave en Europa. Las autoridades chinas aseguran ahora que conceden “gran importancia” a las preocupaciones europeas y que revisarán y aprobarán las solicitudes conforme a derecho para “facilitar el comercio legítimo”.
El anuncio llega tras semanas de incertidumbre en sectores industriales europeos que temen que la lentitud en la concesión de licencias provoque disrupciones en la producción. China defiende que la implementación de controles es “una práctica internacional común” y recalca el doble uso, civil y militar, de estos materiales como base para su política de regulación.
Un difícil equilibrio
En octubre pasado, la Comisión Europea impuso aranceles de hasta el 35,3 % a la importación de vehículos eléctricos chinos por considerar que se beneficiaban de subsidios desleales. Los fabricantes afectados incluyen a SAIC (35,3 %), Geely (18,8 %) y BYD (17 %), con un horizonte de aplicación máxima de cinco años. China respondió con medidas comerciales en sectores sensibles como el brandy y lanzó amenazas de investigación sobre productos agrícolas europeos.
En este contexto, el portavoz del Ministerio chino destacó que asociaciones francesas han presentado compromisos voluntarios de precios en el caso del brandy, lo que ha permitido avanzar hacia un acuerdo, pendiente aún de revisión formal y previsto para anunciarse antes del 5 de julio.
Semanas decisivas
El acercamiento entre China y la UE se produce en un momento de creciente tensión comercial global. Esta semana, Estados Unidos duplicó los aranceles al acero y el aluminio importados, decisión que China ha calificado de “acto típico de unilateralismo” y “violación de las normas de la OMC”.
En un contexto marcado por el proteccionismo, la guerra tecnológica y el rediseño de cadenas de suministro, tanto Bruselas como Pekín parecen apostar por un mínimo entendimiento estratégico. El portavoz chino instó a la UE a “actuar con reciprocidad”, subrayando la voluntad de China de “resolver sus diferencias comerciales mediante el diálogo y la consulta” y promover una “cooperación más profunda”.
Las próximas semanas serán decisivas para definir si este doble carril —el diálogo técnico sobre vehículos eléctricos y el canal verde para las tierras raras— puede derivar en una desescalada estable de las tensiones comerciales entre dos de las mayores economías del mundo.