La Comisión Europea dio este viernes un paso más en su acercamiento a la industria automovilística. En el tercer diálogo estratégico sobre el futuro del automóvil, celebrado en Bruselas bajo la presidencia de Ursula von der Leyen, el Ejecutivo comunitario ofreció al sector más proteccionismo y mayor flexibilidad regulatoria para afrontar la transición hacia la movilidad cero emisiones.
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Entre las medidas anunciadas destaca la creación de una nueva categoría para coches eléctricos pequeños “Made in Europe”, que tendrá un reconocimiento específico en las futuras normas de CO₂. Bruselas busca así blindar un segmento clave para el consumidor europeo, evitar que China monopolice el mercado de eléctricos asequibles y, al mismo tiempo, impulsar el empleo en la cadena de valor continental.
Revisión de los plazos y fondos para baterías
La Comisión también se comprometió a adelantar la revisión de 2027 de los estándares de CO₂ que marcan la prohibición de vender vehículos nuevos con emisiones a partir de 2035. La medida responde a la presión de la patronal automovilística, que considera “inviable” la fecha actual y reclama margen de maniobra.
Von der Leyen acompañó ese gesto con un paquete de 1.800 millones de euros en capital propio para los “futuros campeones europeos de las baterías”. Además, aplicará los principios de preferencia europea y contenido local en licitaciones de componentes, imponiendo condiciones más estrictas a las inversiones extranjeras, especialmente a las de origen chino.
“Queremos que el futuro de los coches —y los coches del futuro— se fabriquen en Europa”, afirmó la presidenta de la Comisión. “La descarbonización debe ir de la mano de la neutralidad tecnológica”.
Coincidencias y diferencias con la industria
El sector recibió el mensaje como un avance. “Se requiere una acción audaz y rápida”, reconoció Ola Källenius, presidente de ACEA y consejero delegado de Mercedes-Benz. La patronal subrayó que se amplía “el espacio de soluciones”, aunque advirtió que aún quedan “diferencias importantes” sobre cómo adaptar el marco regulatorio del CO₂ a la realidad del mercado.
ACEA insiste en que, además de normas más flexibles, se necesitan incentivos a la demanda, energía asequible e infraestructura de recarga abundante para acelerar la transición. “Europa tiene que cumplir en todos los frentes: descarbonización, competitividad y resiliencia de la cadena de suministro”, resumió Källenius.
Camiones, furgonetas y pesados, los olvidados
La reunión también puso sobre la mesa las lagunas en segmentos críticos. Las furgonetas eléctricas apenas alcanzan una cuota del 8,5 % y los camiones y autobuses representan solo el 3,5 % de las matriculaciones de eléctricos, lastrados por la falta de carga de megavatios y de incentivos. “Los vehículos están listos, pero no las condiciones”, advirtió Christian Levin, director general de Traton y Scania.
El nuevo marco supone un giro proteccionista de Bruselas, que se ofrece a proteger a la industria frente a la competencia desleal, asegurar materias primas críticas y acompañar la transformación con inversiones. Von der Leyen lo resumió en un mensaje directo: “No podemos seguir como hasta ahora. Europa debe liderar la innovación automotriz, con decisión y unidad”.