Industria

BYD trasvasa producción de Hungría a Turquía

BYD prefiere aprovechar los menos costes de Turquía para producir vehículos para Europa en lugar de la planta de Hungría, que retrasa su arranque

Coches del grupo chino BYD listos para su exportación / BYD

Coches del grupo chino BYD listos para su exportación / BYD

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Redacción Coche Global

22.07.2025 17:04h

3 min

BYD, el gigante chino de la automoción electrificada, acaba de enviar un mensaje claro a Europa: la combinación de costes laborales más bajos y acceso comercial privilegiado puede más que las promesas de reindustrialización del Viejo Continente. La compañía ha decidido retrasar la producción en masa de su nueva planta de Hungría hasta 2026 y operarla a medio gas durante al menos dos años, mientras acelera sus planes en Turquía, donde comenzará a fabricar coches antes de lo previsto y con volúmenes muy superiores a los iniciales, según informó Reuters.

De Hungría a Turquía: pragmatismo puro

La planta húngara de Szeged, anunciada a bombo y platillo en 2023 con una inversión de 4.000 millones de euros y prevista como la piedra angular de su estrategia europea, apenas fabricará unas decenas de miles de vehículos en 2026, muy lejos de su capacidad inicial de 150.000 unidades anuales. Mientras tanto, la planta turca de Manisa, con un coste de 1.000 millones de dólares y planeada inicialmente para finales de 2026, adelantará su producción y superará ampliamente los volúmenes de Hungría ya el próximo año.

Según fuentes consultadas por Reuters, BYD prevé fabricar más de 150.000 coches en Turquía en 2027, cifra que volverá a incrementarse en 2028. Allí producirá modelos como el SUV eléctrico Seal U y el Sealion 5, además de híbridos enchufables como el Seal U Dmi y el Seal 06 Dm-i.

Un revés para la estrategia arancelaria europea

Este movimiento supone un golpe para la Unión Europea, que confiaba en que sus aranceles del 27% a los eléctricos chinos incentivaran la instalación de fábricas en su territorio y la creación de empleo industrial de calidad. Hungría, bajo el liderazgo de Viktor Orbán, se había convertido en el principal socio de China para canalizar inversiones hacia Europa, con BYD como buque insignia.

Sin embargo, Turquía ofrece dos ventajas decisivas: costes laborales notablemente inferiores y un acuerdo comercial con la UE que elimina los aranceles para los vehículos fabricados allí, al ser miembro de la unión aduanera europea. Fabricantes como Toyota, Renault, Hyundai, Stellantis y Ford llevan décadas utilizando Turquía como plataforma de producción competitiva y exportadora.

Una decisión estratégica en plena expansión global

BYD, que afronta una guerra de precios en China, busca expandirse globalmente para sostener su crecimiento. En Europa, sus ventas se duplicarán este año hasta las 186.000 unidades y podrían alcanzar las 400.000 en 2029, según S&P Global Mobility. La compañía también ha ralentizado su expansión en China y revisa sus operaciones en Europa tras ciertos errores iniciales, como no contar con suficientes distribuidores o una gama de híbridos poco atractiva para algunos mercados.

Ahora, la estrategia pasa por combinar la planta de Hungría, que operará a medio gas en su arranque, con la rápida expansión en Turquía, asegurando producción sin aranceles, menores costes laborales y mayor flexibilidad ante la creciente presión política europea sobre los coches chinos.

Mientras la planta de Hungría ajusta su arranque y BYD termina de decidir qué modelos fabricará allí (Atto 2, Atto 3, Dolphin y posiblemente el asequible Seagull), la planta turca avanza con paso firme. Esta maniobra muestra la realidad de la automoción global: para competir, los fabricantes necesitan costes bajos, acceso a mercados y agilidad, incluso si eso significa que la ansiada reindustrialización europea se quede en un titular.

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