El Gobierno de Canadá ha amenazado con emprender acciones legales contra Stellantis tras conocerse el plan del grupo automovilístico de trasladar la producción del Jeep Compass desde su planta de Brampton (Ontario) a Belvidere (Illinois, EEUU), en el marco de una inversión de 13.000 millones de dólares anunciada por la compañía en territorio estadounidense. La decisión podría implicar la pérdida de más de 3.000 empleos y supone un golpe directo a la industria automotriz canadiense, integrada históricamente con la de su vecino del sur.
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La ministra de Industria de Canadá, Mélanie Joly, envió una carta al consejero delegado de Stellantis, Antonio Filosa, en la que califica el movimiento como “inaceptable” y le recuerda que la empresa se comprometió a mantener su presencia en Canadá a cambio de sustanciales incentivos públicos. “Cualquier incumplimiento de ese compromiso se considerará una violación del acuerdo. Si Stellantis no cumple, ejerceremos todas las opciones, incluidas las legales”, advirtió Joly en la misiva, a la que tuvo acceso Reuters.
Una inversión que reabre la guerra industrial norteamericana
El anuncio de Stellantis llega apenas semanas después de que el presidente estadounidense Donald Trump reinstaurara aranceles a los productos canadienses, reavivando la tensión comercial entre ambos países y poniendo en jaque la altamente integrada cadena automotriz de Norteamérica. La medida forma parte del plan de Washington para repatriar producción de vehículos al territorio estadounidense, en un contexto de creciente rivalidad económica con China y de pugna interna por el empleo industrial.
La planta de Brampton, que debía ensamblar el Jeep Compass a partir de 2025, ve así truncado su futuro. Stellantis destinará 600 millones de dólares de su inversión total a modernizar la planta de Belvidere (Illinois), que fue cerrada en 2023 y que reabrirá sus puertas para fabricar ese modelo. “Esta inversión en Estados Unidos impulsará nuestro crecimiento y reforzará nuestra base industrial”, defendió Filosa en un comunicado.
Protestas sindicales y preocupación política
El sindicato Unifor, que representa a los trabajadores del automóvil en Canadá, denunció que Stellantis está “sacrificando a Canadá en el altar de Trump”. Su presidenta, Lana Payne, afirmó que “los Gobiernos no pueden quedarse de brazos cruzados mientras nuestros empleos son transferidos a Estados Unidos”.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, calificó la decisión del fabricante como una “consecuencia directa de las políticas proteccionistas de Estados Unidos” y aseguró que Ottawa “trabaja para proteger a los empleados de Stellantis y exigir el cumplimiento de los compromisos adquiridos”.
Por su parte, el primer ministro de Ontario, Doug Ford, expresó su “decepción” y subrayó que la región, responsable del 40% del PIB canadiense, no puede permitirse perder más industria. “He hablado con Stellantis para expresar mi descontento. Ontario ha cumplido con su parte y esperamos lo mismo de la compañía”, señaló en redes sociales.
La respuesta de Stellantis: “Canadá sigue siendo importante”
La portavoz de la empresa, LouAnn Gosselin, trató de rebajar la tensión al asegurar que Stellantis “sigue comprometida con Canadá” y que “existen planes para Brampton que serán compartidos próximamente con el Gobierno”. La compañía también recordó su intención de añadir un tercer turno en la planta de Windsor (Ontario), lo que supondría nuevos empleos en el país.
No obstante, la preocupación es palpable en el sector. Con el trasvase de la producción del Compass, Stellantis consolida su apuesta por EEUU como núcleo de la producción norteamericana, en línea con la estrategia de Trump de reindustrializar el país y limitar la dependencia de Canadá y México.
Un conflicto que va más allá del automóvil
La controversia se produce apenas días después de que el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, declarara que “el montaje de automóviles se va a hacer en Estados Unidos, y no hay nada que Canadá pueda hacer”. Sus palabras, respaldadas por Trump en una reunión con Carney, revelan un cambio de paradigma en la política industrial norteamericana.
Mientras tanto, Canadá teme una fuga estructural de inversiones. En 2024, México produjo un récord de 3,99 millones de vehículos, de los cuales casi el 80% se exportaron a EEUU. Ahora, con las medidas de Trump y la decisión de Stellantis, Ottawa teme perder su posición en la cadena de valor automotriz continental.