Cuando Carlos Tavares pilotaba Stellantis, el fabricante apostó por la electrificación como el futuro inevitable de la industria. Sin embargo, con las ventas de vehículos eléctricos por debajo de lo esperado y una demanda de combustión que se resiste a desaparecer, el grupo ha decidido readaptar el diésel en su ecuación estratégica.
En un giro inesperado, Stellantis ha reactivado varios proyectos de motores diésel, extendiendo la vida del propulsor fabricado en Trémery hasta 2030 y adaptándolo a la normativa Euro 7. Además, un motor diésel originalmente diseñado para vehículos comerciales estará disponible para turismos, y la compañía estudia el desarrollo de un nuevo motor diésel más compacto. Todo esto mientras aumenta la producción de motores de combustión y cajas de cambios automáticas en fábricas clave de Italia, Francia y Polonia.
Un mercado que no responde al coche eléctrico
El panorama actual pone en jaque las previsiones de electrificación de Stellantis. Hace solo un par de años, el grupo preveía que el 50% de sus ventas en 2025 serían de vehículos electrificados, pero la realidad muestra un mercado mucho más reticente: el porcentaje apenas llega al 20%. La desaceleración de ventas de modelos eléctricos como el Peugeot e-208 y el e-2008 confirma que, al menos por ahora, el sueño de una movilidad 100% eléctrica necesita una revisión a la espera del funcionamiento del Citroën ë-C3, buscando la asequibilidad eléctrica por bandera.
Este enfriamiento del entusiasmo electrificado también ha llevado a reconsiderar la estrategia de marcas como Alfa Romeo. La firma italiana, que había anunciado en 2022 su intención de volverse completamente eléctrica en 2027, ha reculado. Un ejemplo nos llega desde la opinión de Chris Feuell, responsable de Alfa Romeo Norteamérica, que ha sido claro: la red de concesionarios de la marca en EEUU no podría sobrevivir sin modelos de combustión.
Ya sabemos que la industria automovilística europea vive una paradoja. Mientras los gobiernos presionan para reducir las emisiones y se endurecen los límites de CO2 en 2025 vía multas, los consumidores siguen demandando motores tradicionales. La infraestructura de recarga no avanza al ritmo necesario y los precios de los eléctricos siguen siendo prohibitivos para muchos compradores. Esto ha llevado a un reajuste de las expectativas, con fabricantes como Stellantis dando un paso atrás en su hoja de ruta original.
Este viraje también afecta a las plataformas futuras. La STLA Small, pensada inicialmente para modelos urbanos 100% eléctricos, ahora será multienergía. Stellantis apuesta por la flexibilidad ante un mercado incierto. Y ésa STLA Small multimodal es la que llegará muy pronto a Vigo, Figueruelas y a Villaverde para sustituir a las actuales CMP y e-CMP.
¿Vuelve el diésel para quedarse?
Con esta nueva estrategia, Stellantis se desmarca de la narrativa dominante en la industria y reconoce una realidad ineludible: el diésel sigue siendo competitivo para determinados usuarios, sobre todo en flotas y conductores de largas distancias, y por qué no asociado a hibridación de cualquier tipo.
La gran pregunta ahora es si este movimiento es una corrección temporal o el inicio de un replanteamiento más profundo en la transición energética de la industria. Lo que es seguro es que la electrificación no avanza con la velocidad que muchos predijeron y Stellantis ha decidido, al menos por ahora, mantener una puerta abierta al motor de combustión. Significativo ése "¡quiero motores de combustión!" que ha lanzado internamente Jean-Philippe Imparato, responsable de Stellantis en Europa, a su staff directo.