La actividad ha vuelto a la histórica factoría de Santana en Linares (Jaén). Donde durante décadas rugieron los motores de los Land Rover Santana, Suzuki Vitara o Iveco Massif, el fabricante renace, 14 años después del cierre, ahora como Santana Motors con un proyecto industrial que acaba de presentar sus primeros modelos desarrollados con tecnología de sus socios de China.
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Santana vuelve a lo grande, con dos modelos que resumen su pasado y apuntan al futuro: los Santana 400 PHEV y 400D, una pick-up todoterreno que combina la robustez de siempre con tecnología de última generación. La nueva etapa de Santana llega impulsada por una alianza entre empresarios españoles, encabezados por Edu Blanco (piloto de competición y pionero del renacimiento de Ebro) y dos socios chinos de peso: Anhui Coronet Tech y Zhengzhou Nissan, filial del gigante Dongfeng. El acuerdo cuenta con el respaldo de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Linares para la utilización de los activos de la vieja Santana.
El regreso del espíritu Santana
“Estamos orgullosos de recuperar una marca que forma parte de nuestra historia industrial”, explica Edu Blanco. “Este acuerdo representa un paso decisivo hacia el futuro, con vehículos que reflejan la legendaria robustez de Santana y devuelven empleo y esperanza a Linares”.
La planta de Linares, que prepara su modernización, acogerá el ensamblaje final de esta nueva generación de todoterrenos previamente fabricados en China. La inversión para arrancar el proyecto ascendió a cinco millones de euros y prevé crear hasta 200 empleos directos en la primera fase.
Santana 400 PHEV: fuerza eléctrica y alma de campo
El primer protagonista del renacimiento es el Santana 400 PHEV, una pickup híbrida enchufable que presume de cifras de récord. Con 429 CV y 800 Nm de par, combina un motor de gasolina 1.5 turbo con un potente sistema eléctrico alimentado por una batería de 32 kWh, capaz de ofrecer hasta 120 kilómetros en modo eléctrico y más de 1.000 km de autonomía total.
En marcha, promete ser tan silencioso como contundente. Y tan eficiente como versátil: puede trabajar en modo 100% eléctrico durante una jornada en entornos rurales o urbanos sin emitir un solo gramo de CO₂.
A sus 5,49 metros de largo y 1,96 de ancho, suma un interior amplio y moderno, con pantalla táctil de 14,6”, cuadro digital configurable y 28 asistentes avanzados a la conducción (ADAS). La visión panorámica de 540° incluso permite ver el terreno bajo el vehículo, una ayuda clave en maniobras off-road.
Santana 400D: el diésel de la vieja escuela
La segunda versión, el Santana 400D, apela al cliente más tradicional. Su motor 2.3 diésel entrega 190 CV y 500 Nm de par, con opción de cambio manual o automático, diferenciales bloqueables y tracción total con bajo coste operativo.
Pensado para profesionales del campo, la construcción o el rescate, mantiene las mismas cotas todoterreno:
- Altura libre al suelo: 240 mm
- Ángulo de ataque: 31°
- Salida: 26°
- Rampa: 39,5°
- Vadeo: 800 mm
Estas cifras colocan el modelo Santana 400D entre los vehículos más capaces de su categoría, sin renunciar al confort ni a la conectividad.
De Linares al mundo
La caja trasera, de 1.520 x 1.600 x 550 mm, puede cargar más de 800 kg y remolcar 3.200 kg, demostrando que la fuerza sigue siendo el ADN de Santana. Ambos modelos han sido sometidos a más de dos millones de kilómetros de pruebas en condiciones extremas de calor, frío y humedad.
La empresa ya ha cerrado acuerdos con más de 30 concesionarios en España, Portugal, Italia, Andorra y Gibraltar. Su objetivo: exportar de nuevo un producto “Made in Linares” a los mercados europeos, africanos y latinoamericanos, donde la marca aún conserva prestigio.
Una nueva oportunidad para una vieja gloria
La historia de Santana es la historia de una España que aprendió a fabricar sueños sobre ruedas. Fundada en 1956 como Metalúrgica de Santa Ana, la marca fue símbolo de ingeniería nacional durante décadas. Su final, en 2011, dejó un vacío que se llenó de silencio y de promesas incumplidas.