Ford ha dado el primer paso en la previsible subida de los precios de los vehículos importados en EEUU. La marca estadounidense ha decidido trasladar parte del impacto de los nuevos aranceles del presidente Donald Trump a los consumidores, con subidas de hasta 2.000 dólares en tres de sus modelos más populares producidos en México: el Mustang Mach-E, el Bronco Sport y la camioneta Maverick.
Los aumentos, que afectarán a los vehículos ensamblados a partir del 2 de mayo, llegarán a los concesionarios estadounidenses a finales de junio. Con ello, Ford se convierte en el primer gran fabricante en ajustar al alza sus precios como respuesta directa a los aranceles del 25 % impuestos por la Casa Blanca sobre vehículos y componentes importados.
Un portavoz de la compañía explicó a Reuters que la medida combina una revisión de precios habitual a mitad de año con los efectos directos del nuevo entorno arancelario: “No hemos trasladado el coste completo a nuestros clientes, pero estos ajustes reflejan parte del aumento que enfrentamos”, declaró.
Ford se ha convertido en el primer fabricante en tomar la medida de una subida de precios ante el sobrecoste que suponen los aranceles. La subida se encuentra en la parte baja de la horquilla prevista por algunos estudios. Bank of America estimó que el coste de los coches se encarecería en EEUU en unos 4.000 dólares; Wedbush Securities preveía un aumento entre 5.000 y 10.000 dólares y Anderson Economics, de hasta 12.000.
Golpe económico y revisión de previsiones
Los efectos de la guerra comercial ya se han hecho notar en las cuentas del fabricante de Dearborn. En el primer trimestre de 2025, los beneficios netos de Ford se desplomaron un 64,6 %, hasta los 471 millones de dólares, y la compañía ha decidido suspender su previsión financiera para el resto del ejercicio, citando la elevada incertidumbre.
Ford estima que los nuevos aranceles le costarán unos 2.500 millones de dólares en 2025, con un impacto de 1.500 millones directamente sobre su EBIT. Si bien ha logrado mitigar parte de este efecto mediante medidas logísticas —como redirigir unidades a través de Canadá—, el golpe estructural ya es ineludible.
Una red de producción bajo presión
Aunque Ford fabrica el 79 % de sus vehículos vendidos en EE. UU. dentro del país, según Barclays, su exposición a México y China sigue siendo relevante, especialmente para sus modelos más asequibles y de gran volumen, como el Maverick, uno de los favoritos del público por su equilibrio entre precio y prestaciones.
Además del impacto mexicano, la firma también enfrenta aranceles sobre vehículos y componentes procedentes de China y Corea del Sur, donde mantiene parte de su cadena de suministro.
Paradójicamente, la expectativa de subidas de precios ha impulsado las ventas en las últimas semanas. Ford superó las previsiones de ingresos en el primer trimestre —con 40.700 millones de dólares, pese a una caída del 5 % interanual—, gracias en parte a una oleada de compras anticipadas de clientes que buscaban evitar el alza.
Los analistas estiman que los aranceles podrían provocar una caída de más de un millón de vehículos en las ventas anuales del mercado estadounidense. A ello se suma el freno de proyectos clave: Ford ha cancelado su ambiciosa plataforma eléctrica FNV4, lo que complica aún más su transición al vehículo eléctrico, un segmento que ya acumula más de 10.000 millones en pérdidas desde 2023. Aun así, la compañía mantiene la rentabilidad en su división de vehículos térmicos y comerciales (Ford Pro), que siguen sosteniendo sus resultados, a pesar del contexto adverso.