A menudo se presenta el coche eléctrico envuelto en una aureola que lo idealiza hasta perder el contacto con la realidad. Ni el vehículo eléctrico es la panacea en la lucha contra el cambio climático teniendo en cuenta todo el ciclo de vida de sus componentes, ni su adopción será un proceso prodigioso para todos. Esta semana hemos visto ya casi sin maquillaje la cara más amarga de la nueva movilidad electrificada y sus efectos colaterales en forma de sacrificios para los trabajadores de la vieja movilidad.
Sabíamos que la fabricación de vehículos eléctricos reduce drásticamente, alrededor de un 30%. el tiempo necesario para su ensamblaje. De esa cifra se podría inferir que se necesitan un 30% menos de trabajadores para producir los mismos coches que ahora, aunque probablemente no sea así gracias a otras necesidades de los nuevos vehículos como la extracción de litio y la producción y ensamblaje de los módulos de baterías.
Pero no sabíamos que la transición ecológica del sector de automoción coincidiría con una pandemia encadenada con una crisis por el racionamiento de microchips, una logística desquiciada y unos precios de materias primas disparados creando una tormenta perfecta que complica mucho esa reconversión del automóvil.
Avanzadilla del ajuste
En ese contexto, en pocos días han irrumpido en la actualidad las duras negociaciones de las fábricas españolas de Seat, Ford y Mercedes, a las que se suma la complicada reindustrialización de Nissan. El hilo conductor en todas ellas es la necesidad de aplicar recortes laborales, en mayor o menor media, para adaptarse a la coyuntura y para preparar las fábricas y los grupos automovilísticos para la automoción que viene.
Estos casos son solo la avanzadilla del ajuste, o transformación en el mejor de los casos, que tiene que afrontar la industria automovilística española como potencia europea y mundial en el sector. Habrá que gestionar ese proceso con las tensiones que conlleva y anticiparse para tener claro como actuar y evitar males mayores. Proactividad, prevención, formación y reciclaje son los ejes que deberán guiar el automóvil hacia su próximo destino.