El sector de la automoción global se acostumbra a vivir en la incertidumbre, pero pocas semanas dejan tan claro cómo la política, la economía y la geopolítica pueden sacudir sus cimientos de forma simultánea. Donald Trump, de vuelta a la Casa Blanca, ha encendido todas las alarmas con su reactivación de la guerra comercial, que amenaza con reconfigurar la competitividad industrial global a partir del 1 de agosto.

Esta semana deja cinco titulares clave, todos atravesados por la misma pregunta: ¿qué impacto tendrá la estrategia arancelaria de Trump sobre el coche europeo, japonés y mexicano, y sobre la frágil estabilidad de la industria mundial?

La vuelta de Trump a su política de aranceles marca un regreso al paradigma de “América Primero”, con consecuencias que van mucho más allá de EEUU. Su guerra comercial global no solo busca ingresos fiscales, sino disciplinar a sus socios. Para la automoción europea, japonesa y mexicana, supone un nuevo frente de incertidumbre cuando el sector ya lidia con sus propios aranceles del 25% para vehículos, acero y aluminio junto a la disrupción eléctrica, los precios de las materias primas y la fragmentación geopolítica.

Y para los consumidores, significa coches más caros, menos opciones y un mercado cada vez más fragmentado. La globalización se enfría y la automoción, una vez más, paga la factura.

1. Trump sube el volumen de la guerra arancelaria (y Europa se atrinchera)

La noticia que marcó la agenda al final de la semana fue el anuncio de un arancel general del 30% a las importaciones desde México y la UE, con cartas amenazantes también para Canadá, Japón y Brasil. Trump juega con el reloj: ofrece plazo hasta agosto para forzar acuerdos bilaterales que le permitan presumir de haber reducido el déficit comercial estadounidense. Sin embargo, la UE ya prepara contramedidas, mientras Francia pide respuestas creíbles y Alemania urge cerrar un pacto rápido para proteger su industria exportadora, dependiente de EE.UU. El automóvil se sitúa en primera línea de fuego, con el arancel del 25% específico sobre los coches europeos aún vigente y ahora en riesgo de agravarse. El resultado: una tormenta perfecta de tensiones transatlánticas que recuerda los peores momentos de la guerra comercial EE.UU.-China de 2018.

2. Renault, arrastrada al banquillo por el ‘Dieselgate’ francés

Mientras la política arancelaria de Trump amenaza su futuro exportador, Renault afronta un pasado: la fiscalía de París ha solicitado abrir un proceso penal por fraude agravado en emisiones, acusándola de calibrar motores diésel para superar homologaciones sin cumplir límites de NOx en conducción real. El caso replica el escándalo Volkswagen de 2015, pero amplía la mancha a Peugeot y Citroën. Con 900.000 vehículos afectados solo en Francia y 381 partes civiles, la reputación industrial francesa queda herida. En un contexto de aranceles crecientes, estos procesos merman la capacidad de la industria europea para defender su legitimidad ambiental ante socios comerciales que ya cuestionan su competitividad.

3. Nissan logra oxígeno pese al “bono basura”

En Japón, Nissan logró emitir bonos por más de 5.000 millones de euros pese a su reciente degradación a categoría especulativa. Los cupones superan el 8%, reflejando su riesgo financiero, pero la sobredemanda muestra que el mercado aún confía en su estrategia Re:Nissan de electrificación y software. Sin embargo, su vulnerabilidad financiera la convierte en una potencial víctima de los aranceles de Trump: el anuncio de tasas de hasta el 50% para algunos socios tensiona aún más el plan de recuperación de un fabricante que necesita liquidez para sobrevivir a la transición eléctrica y, ahora, a la política proteccionista estadounidense.

4. El manifiesto de Barcelona: unidad ante la incertidumbre

En España, el sector de la automoción alzó la voz desde Barcelona con un manifiesto conjunto que reclama medidas urgentes para rejuvenecer el parque móvil y asegurar la competitividad. “Por una sola voz. Por nuestro futuro”, proclamaron fabricantes, distribuidores, concesionarios y talleres, en un llamamiento que resuena aún más fuerte tras los anuncios arancelarios de Trump. El proteccionismo global, sumado a la lentitud de la demanda interna y la transición eléctrica, dibuja un panorama de máxima complejidad para la automoción española, segundo productor europeo.

5. Aviso de la automoción ante la inestabilidad política

La automoción española sigue avanzando en resultados y planes estratégicos, pero el sector lanza una advertencia: sin estabilidad política y un Parlamento operativo, su futuro industrial está en riesgo. La marcha de Rebeca Torró, hasta ahora pieza clave como secretaria de Estado de Industria, ejemplifica la volatilidad actual, a pesar del consenso político sobre las necesidades del automóvil. Mientras los fabricantes mejoran en España, Anfac recuerda que las matrices internacionales afrontan ajustes y miran con cautela a España, donde la crispación parlamentaria ya frena incluso iniciativas pactadas con el sector. La automoción, al fin, pide lo que cualquier industria estratégica necesita: seguridad regulatoria y capacidad de interlocución real para seguir siendo competitiva.