Si James Bond necesitara hoy un SUV para salir huyendo de una emboscada en Zermatt, esquivar drones enemigos y, de paso, ir cómodo al paddock de la Fórmula 1, su elección sería evidente: el Aston Martin DBX707. Un SUV que no solo desafía los límites del segmento de lujo deportivo, sino que los pulveriza con una fórmula tan explosiva como refinada: 707 caballos, motor V8, tracción total inteligente y un diseño que corta el aire y la respiración. Lo hemos podido disfrutar en nuestra prueba.
Valoración Aston Martin DBX707: diseño, 8,5; interior, 7; motor, 9; conducción, 8,5; global, 8,25
Este modelo no es solo una muestra del potencial de la firma británica, sino también una declaración de intenciones. Aston Martin no ha querido hacer un SUV cualquiera. Ha querido fabricar el SUV definitivo. Y, al volante, esa ambición se siente en cada curva.
Carácter de circuito, alma de salón
Desde el primer giro de llave (o toque de botón, más bien), el DBX707 despierta con un rugido grave, contenido, como un felino que sabe que domina la jungla. Su motor V8 biturbo de 4.0 litros, afinado hasta alcanzar los 707 CV y 900 Nm de par, convierte cualquier aceleración en una catapulta. En modo Sport+ la respuesta es inmediata, brutal. De 0 a 100 km/h en solo 3,3 segundos. Y eso, en un vehículo de más de 2.300 kg y 5 metros de longitud, es sencillamente demencial. Un buen argumento para James Bond o para la asistencia médica de la F1.
El secreto está en su nueva transmisión automática de 9 velocidades con embrague húmedo, que mejora drásticamente la rapidez de cambio y el control. Esta caja convierte al DBX707 en algo más que rápido: es preciso, predecible y adictivo.

Aston Martin DBX707
Tecnología para hacer fácil lo imposible
Pero no todo es músculo. El trabajo de ingeniería en el chasis, el sistema de suspensión neumática y el diferencial electrónico trasero lo convierten en un SUV que se comporta con la agilidad de un deportivo alimentado con esteroides. La estabilidad en curva es asombrosa, con apenas balanceo de carrocería incluso a ritmos elevados. El control es absoluto, y el confort, sorprendente.
Para quienes quieran más cifras: frenos carbocerámicos de 420 mm delante y 390 detrás, llantas de hasta 23 pulgadas, modos de conducción con función “Race Start” y un sistema de escape cuádruple que ruge como un Aston debe rugir.

Diseño trasero del Aston Martin DBX707
Estilo Bond, presencia de villano
Visualmente, el DBX707 combina lo mejor del legado Aston Martin con un lenguaje SUV moderno y musculado. Parrilla ensanchada, tomas de aire agresivas, faldones en fibra de carbono, difusor gigante y un alerón trasero funcional que mejora la carga aerodinámica. No hay estridencias: hay elegancia británica musculada. Un equilibrio entre clase y agresividad que lo distingue de rivales como el Lamborghini Urus o el Ferrari Purosangue.

Interior del Aston Martin DBX707
Lujo sin ostentación
Por dentro, el DBX707 no quiere impresionar con pantallas gigantes. Quiere que te sientas dentro de un cockpit, con una botonera central que recuerda al panel de mando de un jet. Los materiales son impecables —cuero, Alcantara, aluminio, fibra de carbono— y la posición de conducción es tan deportiva como cómoda. El espacio en las plazas traseras y el maletero es más que suficiente para escapadas familiares o misiones de alto secreto.
¿Consumo homologado de unos 14 l/100 km? Claro. Pero aquí nadie compra un DBX707 para batir récords de eficiencia. Es un coche de “la vieja escuela”: motor grande, sin complejos, sin electrificación. Un viejo unicornio en una industria obsesionada con los híbridos enchufables o los eléctricos. Y, por eso mismo, más valioso aún para quienes aman conducir.
¿Un SUV para todo?
Sí. Para todo y más. El DBX707 es tan cómodo como rápido, tan lujoso como eficaz, tan refinado como radical. Y lo hace todo con una coherencia que desarma. En ciudad impone, en carretera asombra y en circuito… sorprende.