El mercado automovilístico español está más perdido que un navegador sin destino. Somos la tercera potencia industrial del sector en Europa pero nos estamos convirtiendo en un mercado de tercera fila. En los últimos días, la subida del IVA y la falta de brújula del Gobierno han hundido todavía más las ventas. La pequeña burbuja de agosto, cuando se registró un ligero aumento de las matriculaciones para huir de tres puntos de IVA, fue un espejismo, una tregua en el descalabro de las ventas que en septiembre ha vuelto con más intensidad. En algunas comunidades autónomas, el desplome supera el 30%, según la asociación de vendedores (Ganvam).
El mensaje que reciben los consumidores no ayuda a mejorar una confianza por los suelos. Además de un nuevo rescate financiero sobrevolando sobre España, el ministro de Industria, José Manuel Soria, ha desorientado al sector y a los escasos compradores potenciales. El 29 de agosto anunció que estudiaban poner en marcha en el 2013 el plan Renove que pide el sector con un presupuesto global de 200 millones que permitiría dar una ayuda de casi 2.000 euros por comprar un vehículo teniendo en cuenta la cantidad que aportarían las marcas y los concesionarios.
Pero una semana después, tras recibir algunas críticas populistas en público y las del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en privado, Soria dio marcha atrás y volvió al discurso que justifica los recortes como única política posible. Demasiada confusión.
Gestos para mejorar la confianza
Es cierto que, en caso de que el Ejecutivo esté estudiando un Renove para el 2013, anunciarlo cuatro meses antes solo contribuye a hundir las ventas en ese periodo a la espera de las ayudas. El argumento económico no puede ser la excusa eterna, puesto que otros países aplican políticas de estímulo económico como Francia y Estados Unidos y, por encima de la cuantía, es imperioso hacer gestos que mejoren la confianza de los consumidores.
La inacción corre el peligro de que el tiro del ahorro le salga por la culata al Estado debido al incremento del basto en prestaciones de paro ante la alarmante subida del uso de los ERE temporales por la necesidad de reducir la producción de las fábricas españolas.