Las ventas de autobuses y autocares se dispararon un 97% en noviembre. Detrás de ese aparente milagro se encuentra la renovación, por fin, de las flotas de buses de transporte público después de años de parón de la inversión. Las empresas operadoras vuelven a comprar vehículos para retirar de circulación los viejos cacharros acumulados durante la crisis pero por el camino han dejado muchas víctimas.
Inversiones en Madrid y Barcelona
El último ejemplo lo ha dado Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), que ha recuperado el ritmo inversor anterior a los recortes del gasto público con 87 millones en el 2016, lo que supone un incremento del 90% respecto al año anterior y un 250% más en comparación con 2014. De esos 87 millones, un total de 30,6 millones se han dedicado a la compra de 78 buses que están siendo suministrados entre noviembre y diciembre, con el efecto consecuente en las cifras de matriculaciones.
Unos días antes, la Empresa de Transportes de Madrid presentaba 200 autobuses nuevos, los primeros adquiridos desde 2012, por 63,6 millones de euros dentro de un plan para renovar otros 500 vehículos hasta 2019 y así rejuvenecer la edad media del parque de 9,4 años.
Un desierto industrial como el de la moto
Son unas inversiones muy necesarias teniendo en cuenta que la edad media de los autobuses en circulación en Madrid y Barcelona ha ido subiendo hasta rozar los 10 años y con centenares de miles de kilómetros acumulados, pero llega tarde y con unas secuelas muy duras. La industria de autobuses casi ha desaparecido de Barcelona y de España después de la decadencia en la compra de buses 'made in Spain' primero y a la desaparición de los clientes locales por el efecto de los recortes públicos. Con la marcha de Iveco y su participada Irisbus de Mataró y Barcelona en 2011, desapareció el último espécimen de la industria fabricante de autobuses y autocares por el abandono del mercado local.
La extinción de la industria del autocar fue similar a la desaparición de las grandes fábricas de motos de España. La recuperación del mercado se produce ya sin multinacionales produciendo en España. El único consuelo es que no está todo perdido. Aunque resulta muy difícil o imposible recuperar las fábricas de autobuses perdidas, todos estos pedidos darán trabajo a las empresas carroceras que han sobrevivido a la dura crisis.