Industria

Debilidades e incoherencias de la restricción de tráfico en Barcelona

La restricción al tráfico de coches que ha anunciado Colau con una gran campaña mediática esconde algunas incoherencias

Etiqueta ambiental en un autobús de la restricción de accesos a Barcelona y Madrid

Etiqueta ambiental en un autobús de la restricción de accesos a Barcelona y Madrid

Redacción

28.11.2017 09:39h

3 min

Las apariencias engañan. La restricción al tráfico de coches que ha anunciado Barcelona con una gran campaña mediática esconde algunas incoherencias y varios puntos débiles que hacen que el veto a los vehículos más contaminantes empiece con los pies de barro.

Presión a Barcelona

El Ayuntamiento y el área metropolitana de Barcelona tenían que tomar medidas ante la creciente presión contra los coches con más emisiones que contribuyen a que la ciudad tenga unos niveles altos de polución, con el riesgo consecuente para las personas en forma de complicaciones respiratorias. La presión también procedía de otras ciudades que ya han empezado a tomar medidas y que estaban dejando en evidencia a Barcelona, que acumula retraso en algunas políticas de movilidad.

"Derecho a la salud"

Así las cosas, el día 1 de diciembre se pone en marcha el plan que intenta impedir el tráfico en la llamada zona de bajas emisiones de gases similar a la de la almendra de Madrid y que en el caso de Barcelona coincide aproximadamente con el óvalo delimitado por la Ronda de Dalt y la Ronda Litoral. El Ayuntamiento de Ada Colau justifica esta medida con el objetivo de "garantizar el derecho a la salud" de los ciudadanos. Parece un objetivo demasiado ambicioso teniendo en cuenta los puntos vulnerables y las incoherencias con las que ha arrancado el nuevo plan para mejorar la calidad del aire en la ciudad.

¿Qué valor tienen las etiquetas?

Para empezar, el plan se basa en las etiquetas que da la Dirección General de Tráfico (DGT) a los vehículos en función de la normativa ambiental que cumplen, su antigüedad y si es de gasolina o diésel. A partir del 1 de diciembre, cuando haya episodios de alta contaminación sólo podrán circular por las calles de Barcelona los vehículos con etiqueta ambiental, es decir, los de gasolina posteriores al 2000 y los de gasóleo del 2006 en adelante. Aunque hay muchos propietarios de vehículos voluntariosos o temerosos que han colocado la etiqueta en el parabrisas, la propia DGT recuerda que no puede multar a nadie por no llevar el adhesivo: "La colocación del distintivo es voluntaria. Sin embargo, y dado que facilita la rápida identificación de los vehículos menos contaminantes, le recomendamos que lo adhiera". Por tanto, la única forma legal de identificar a vehículos viejos, por cámaras de vídeo o por agentes de policía in situ, es la matrícula y la base de datos de la DGT.

Excepciones llamativas

El plan municipal nace también con algunas incoherencias. Resulta extraño ver un anuncio en que se presume del veto a los vehículos sucios en el lateral de un bus urbano de gasóleo y más de 10 años que lanza a la atmósfera kilos y kilos de dióxido de carbono (CO2), de dióxido de nitrógeno (NO2) y de partículas en suspensión. Al igual que también resulta llamativa la excepción inicial que se hace en el plan a las furgonetas con una antigüedad superior a la permitida para los turismos, a pesar de que sean más contaminantes y circulen de forma intensiva durante todo el día.

Medidas más globales 

Ante estos puntos débiles e incoherencias, por citar algunos, del plan de reducción de emisiones de gases, está claro que los centenares de carteles colocados por el Ayuntamiento de Barcelona en los accesos a la ciudad anunciando las restricciones para los que no tengan etiquetas son mas bien el anuncio de una lenta campaña para mejorar la calidad del aire que necesariamente tendrá que incorporar medidas con una concepción más global y con bases más sólidas.

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