La industria de componentes de automoción europea atraviesa un momento crítico. Según un estudio de CLEPA, la patronal europea de proveedores del sector, elaborado con la consultora Roland Berger, los fabricantes de componentes afrontan una desventaja de costes de entre el 15% y el 35% respecto a sus competidores internacionales, lo que amenaza con poner en riesgo hasta 350.000 empleos en Europa de aquí a 2030.
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El informe se ha presentado tras el Diálogo Estratégico de la Comisión Europea sobre Competitividad de la Industria Automotriz, que el pasado 5 de marzo publicó un plan de acción centrado en tres ámbitos clave: electrificación (baterías), ADAS y conectividad, y ciberseguridad. CLEPA quiso aportar datos concretos sobre la brecha de competitividad y las opciones de política industrial, con el fin de reforzar la soberanía tecnológica europea.
La conclusión principal es preocupante: de mantenerse el “statu quo”, hasta el 23% del valor añadido europeo podría deslocalizarse hacia otros mercados, fundamentalmente Asia y Estados Unidos, en la próxima década. En términos de empleo, la pérdida podría oscilar entre 200.000 y 350.000 puestos de trabajo vinculados especialmente a componentes de vehículos de combustión y a la pérdida de alternativas por el trasvase de producción de coches electrificados a competidores de China, EEUU y otros países con menores costes y más ventajas.
Costes más altos y competencia desigual
Los proveedores europeos cargan con costes estructurales superiores, en particular de energía, mano de obra, materiales y regulación fragmentada, que encarecen su producción. Al mismo tiempo, otras regiones combinan subvenciones industriales y medidas de protección para atraer inversión y reforzar sus cadenas de suministro.
En comparación, la política europea se percibe como reactiva y fragmentada, limitada a medidas parciales como aranceles puntuales, sin un marco integral para proteger un sector que representa el 75% del valor de un vehículo y 1,7 millones de empleos directos en la UE.
Empleo y valor añadido en riesgo
La amenaza no es menor. Si se confirma la pérdida de competitividad, hasta 350.000 trabajadores podrían quedar fuera del mercado. Además, se resentirían las contribuciones fiscales y sociales que aporta un sector que genera alrededor de 250.000 millones de euros al año en valor económico en Europa.
CLEPA reclama a Bruselas un programa integral de competitividad industrial, inspirado en los ejemplos de China, EE. UU. o India, que combine:
- Medidas estructurales para reducir costes energéticos, laborales y regulatorios.
- Apoyo a la inversión en tecnologías críticas como baterías, electrónica avanzada y conectividad.
- Políticas de contenido local que incentiven a fabricantes y proveedores a mantener la producción en Europa.
“Europa se encuentra en una batalla decisiva por su soberanía industrial. Los proveedores están dispuestos a invertir e innovar, pero no en igualdad de condiciones”, advirtió Benjamin Krieger, secretario general de CLEPA. “Unos precios de electricidad competitivos, unas cargas regulatorias más bajas y políticas claras de contenido local son vitales para atraer fabricación, I+D e inversión”, añadió.
El estudio concluye que, sin una reacción rápida, Europa corre el riesgo de perder capacidades esenciales de fabricación y conocimiento técnico, debilitando su posición global en movilidad y poniendo en jaque tanto los objetivos climáticos como la competitividad industrial del continente.