Eléctrico, híbrido, de hidrógeno... o a pedales. Pero sobre todo muy funcional e inteligente. Así serán los coches del futuro que ya empiezan a dibujarse en proyectos como los de Hiriko, RoboMobil y los desarrollados en las universidades y que es necesario acelerar lo máximo posible para aprovechar sus ventajas.
El último prototipo futurista en llegar ha sido el desarrollado por la empresa aeronáutica Instituto de Robótica y Mecatrónica (DLR) y se llama RoboMobil (Romo). Es un monoplaza eléctrico que incorpora ruedas multidireccionales que permiten al coche girar sobre su propio eje y, por ejemplo, aparcar encajándose literalmente en el espacio disponible con un movimiento lateral.
Ese mismo sistema es el que incorpora el coche eléctrico vasco Hiriko, un modelo que ya rueda en las calles de Vitoria y que promete revolucionar la movilidad en las ciudades gracias a soluciones como la puerta frontal inspirada en el Isetta y a su capacidad para, literalmente, encogerse para ahorrar espacio en el aparcamiento.
En cierta forma, algunas de las ventajas del Romo y del Hiriko son las que anticipa el Renault Twizy, aunque este modelo tiene mucho de motocicleta. Dentro de unas décadas, la movilidad en las calles de las ciudades no tendrá casi nada que ver con la abigarrada, ruidosa y contaminante circulación de coches de combustión interna actual.
En las calles del futuro también pueden tener cabida vehículos supereficientes como velocípedos con capacidad para acumular energía eléctrica. Ese es el propósito del proyecto intensivo que investiga vehículos impulsados por el propio hombre bajo la coordinación de Instituto Tecnológico Alexander de Tesalonika y en el que se han celebrado encuentros en la UPC de Terrassa, en Bradford (Reino Unido) y, el año que viene, en Amberes (Bélgica). Viene a ser como una bicicleta eléctrica pero que se recarga con el mismo movimiento y la fuerza del pedaleo.
Pero no seamos ilusos. Estos proyectos tardarán más de la cuenta en implantarse en nuestras ciudades. Hay demasiados intereses en juego de importantes lobbys encabezados por los de los fabricantes de automóviles y las petroleras. No tienen ninguna prisa en acelerar la nueva generación de vehículos que pondrá fin a la mayoría de los modelos convencionales en fase de explotación comercial. El escenario inmediato que plantean los fabricantes de automóviles, que es posible ver en la muestra Expoelectric de Barcelona, es claramente de transición, con vehículos con prestaciones limitadas, caros y empeñados en parecerse estéticamente a los convencionales.
Los nuevos coches sólo podrán abrirse paso si los fabricantes y las petroleras son presionados por la opinión pública y las administraciones en busca de soluciones eficientes que descongestionen las ciudades sin perder ingresos. Está claro que los precios moderados y las subvenciones para comprar los nuevos coches ayudarán a generar una demanda hasta ahora simbólica. Esa conjunción de factores necesarios hace presagiar una transición lenta de la vieja a la nueva movilidad.