El giro de volante en la carrera profesional de Luca de Meo con su sorprendente maniobra de dejar Renault y asumir el mando de Kering, el gigante del lujo que engloba marcas como Gucci, Saint Laurent o Balenciaga, irá acompañada de sus condiciones retributivas. Percibirá un seculento premio por renunciar a Renault y fichar por la familia Pinault en Kering y una mejora sustancial del salario que cobraba en el fabricante automovilístico francés.

La firma del nuevo contrato con Kering le reportará a Luca de Meo un bono de 20 millones de euros, diseñado para compensar los beneficios financieros a largo plazo que pierde al salir de Renault. A eso se sumará un sueldo fijo de 2,2 millones, una parte variable de hasta 6,6 millones más en función del rendimiento, y un premio en acciones equivalente al 150% de la retribución anual total. En el escenario más optimista, De Meo podría ingresar más de 20 millones de euros al año como nuevo CEO del grupo francés de lujo. Un fichaje dorado para un sector que busca, precisamente, alguien que sepa reconectar con el consumidor global.

Su salida de Renault no ha sido un portazo, pero sí una despedida con tintes estratégicos. En la marca del rombo, De Meo venía de firmar una gestión sobresaliente: impulsó el plan “Renaulution”, redujo costes, aumentó márgenes y reposicionó las marcas del grupo. En 2023, su salario total fue de 5,3 millones de euros, un 19% más que el año anterior, y su paquete en 2024 iba camino de acercarse a los 5,5 millones, con opciones de alcanzar más si se cumplían objetivos de electrificación y retorno al accionista. Pero el italiano ha decidido cambiar los eléctricos por los bolsos de piel.

Moda, poder y reestructuración

El reto no es menor. Kering atraviesa una etapa complicada. En poco más de dos años, sus acciones han perdido más del 60% de su valor, arrastradas por el estancamiento de Gucci, su buque insignia, que no termina de recuperar el brillo de épocas pasadas. La llegada de De Meo, anunciada en junio, ha sido bien recibida por los mercados: las acciones del grupo han repuntado un 24% desde entonces, con los inversores apostando por su capacidad de transformación.

De Meo no es nuevo en el mundo del lujo. Antes de su exitosa etapa en Fiat, Volkswagen, Audi, Seat y Renault, fue responsable de marketing de Lancia y Alfa Romeo, marcas que entienden el diseño como un activo emocional. Su perfil mezcla visión estratégica, sensibilidad estética y un estilo de liderazgo directo pero sofisticado. En Kering, se espera que aplique la misma fórmula que en Renault: foco en el producto, eficiencia interna y modernización.

Cambio generacional en Kering

Con su llegada, François-Henri Pinault, heredero del imperio y CEO desde 2005, pasará a un rol más institucional con un sueldo simbólico de 700.000 euros, muy lejos de los 4 millones que percibía. El cambio tiene un claro mensaje: aire nuevo en la cúspide, con una apuesta por el mérito profesional más allá de los lazos familiares.

El reto para De Meo es monumental: recuperar el impulso de Gucci, marcar la diferencia frente a rivales como LVMH o Hermès y consolidar una estrategia de lujo sostenible y tecnológica en plena transformación global del consumo. Pero si alguien parece preparado para convertir una casa de moda en una máquina de precisión industrial —sin perder el alma—, es él.

El italiano de sonrisa elegante y verbo contenido tiene ahora sobre sus hombros el peso de un imperio que quiere volver a brillar. Y lo hace, como siempre, sin perder de vista su lema: la marca es tan importante como el motor. Aunque ahora, ese motor huele a cuero, desfila por la pasarela y cotiza en París.