Los cambios a los que ha tenido que hacer frente el mundo en los últimos tres años superan a los que vivieron muchas generaciones en el siglo XX. El mundo se acelera y esa velocidad impacta en cómo vivimos y en cómo nos movemos. Desde 2020 hemos sobrevivido a veloces transformaciones y adaptaciones, no siempre en la dirección positiva. Una pandemia mundial tuvo efectos colaterales en la producción y en la logística, que aprovecharon los intereses geopolíticos para jugar en su beneficio y que ha dado como resultado una permanente volatilidad en la que no sabemos de dónde vendrá la próxima bala.


Artículo publicado en Auto Mobility Trends 2023. Accede al Barómetro en este enlace


El sector del automóvil ha atravesado estos ‘raros’ años sin respiro, como los galgos de un canódromo dando vueltas a una pista tras una liebre que no sabes que es falsa. Con la producción paralizada, sin componentes, sin redes de distribución y mutando al mismo tempo a una tecnología sobre la que no tiene control y cuya etiqueta ‘verde’ cada vez es más sospechosa. 

Mutación de la movilidad

La estafa hace unos años con el diésel aceleró la mutación de la movilidad en Europa hacia la electricidad, en estilo galgo de carreras. Sin pensar, sin analizar los efectos colaterales y sin mirar al día después. Pensamos que habíamos encontrado la solución para las emisiones a la atmósfera sin comprobar el efecto contaminante en la tierra, donde cultivamos nuestros alimentos. La contaminación se produce en la extracción de los minerales necesarios para hacer las baterías y en el reciclaje, muy rápido, de materiales enormemente tóxicos y que no controlamos porque es China quien tiene la tecnología, las patentes y la propiedad de las minas de esas materias primas en todo el globo.   

Mesa de mercado en Auto Mobility Trends 2023 / SIMÓN SÁNCHEZ

La cada vez más clara evidencia de que la movilidad eléctrica no es tan ecológica como prometía ha empezado a resquebrajar la unidad europea. Muchos países han empezado a dudar de fijar una fecha concreta, como una espada de Damocles, para terminar con los motores de combustión sin saber cómo van a ser la distribución de alimentos, el transporte en zonas rurales o la extinción de incendios. Y aparecen voces que hablan de pensar, analizar y estudiar otras alternativas. Una volatilidad estresante que incluye legislaciones más veloces que un F1, como la Euro 7, que ya ha acumulado la unanimidad negativa de la mayoría del sector de Europa.

Dudas y amenazas 

La encuesta Auto Mobility Trends 2023 de Coche Global desvela que más del 55% de las empresas del sector están preocupadas con esta normativa y el impacto que puede tener en su negocio, que será negativo. Normativas que ahogan a un sector puntero en Europa, que exporta a todo el mundo y que no tienen en contrapartida un control de la importación de vehículos que se hayan producido cumpliendo las normas laborales y ecológicas de la UE. El europeo que compra un coche eléctrico cree que está colaborando con la protección del medio ambiente, pero sólo está garantizado si en un coche fabricado en Europa y nadie le asegura eso. Como tampoco su reciclaje a los 10 años, tiempo máximo de vida de las baterías actuales.

La movilidad con los motores de combustión actuales es más eficiente que con los eléctricos actuales, algo que ignora la Comisión Europea mientras cierra los ojos a los impactos de los cruceros de masas y los vuelos chárter. Una volatilidad condicionada por las tensiones internacionales y la presión del permanente de los procesos electorales.