El coche chino ya no es una rareza en las calles españolas. MG, BYD, Omoda o Jaecoo se han ganado un hueco en los concesionarios y en las carreteras, impulsados por su tecnología, su equipamiento y, sobre todo, por su precio. España se ha convertido en uno de los países europeos más receptivos a la ofensiva asiática: casi uno de cada diez coches nuevos matriculados es chino, el doble que la media europea. Pero ese avance, brillante a corto plazo, tiene una cara menos amable: se devalúan más rápido.
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Según un estudio elaborado por la patronal de vendedores Ganvam y la tasadora alemana DAT, los vehículos chinos conservan de media el 60,7 % de su valor tras tres años, frente al 65,5 % que mantienen las marcas europeas. La diferencia refleja una brecha que preocupa en el mercado de ocasión.
“Su depreciación más rápida está muy ligada a que una gran parte de los modelos chinos son eléctricos o híbridos, segmentos donde la evolución tecnológica y la caída de precios presionan a la baja el valor de los usados”, explicó Fernando Miguélez, director general de Ganvam, durante la presentación del informe en Madrid.
Un mercado en expansión acelerada
El fenómeno chino en el sector del automóvil ha sido meteórico. En solo tres años, las marcas procedentes del gigante asiático han pasado de ser algo exótico a consolidarse como actores de peso en el mercado español. Seis fabricantes concentran más del 94 % de las ventas: MG, BYD, Omoda, Jaecoo, Ebro —resucitada por la china Chery— y Leapmotor.
Su éxito no se debe solo al coche eléctrico. El 38 % de los vehículos chinos vendidos en España son de gasolina, el 27 % híbridos enchufables, y los eléctricos puros y los híbridos convencionales representan un 17 % cada uno. “Frente a Europa, donde la oferta china es casi exclusivamente eléctrica, en España llega con motores de combustión y una propuesta muy adaptada al comprador particular”, subrayó Miguélez.
Y es precisamente el canal particular —el comprador que paga de su bolsillo— quien más está apostando por ellos: casi el 70 % de las ventas de coches chinos se concentran en este segmento, muy por encima del 46 % del conjunto del mercado. Una encuesta citada por DAT revela que uno de cada cuatro españoles está considerando comprar un vehículo chino, un dato impensable hace apenas cinco años.
Entre la revolución y la desconfianza
“El éxito chino se basa en la redistribución industrial, en una apuesta decidida por la innovación y en una gran mejora de la calidad y la seguridad”, defendió Luis Murias, director general de DAT Ibérica. Murias alabó la competitividad de los precios y los avances tecnológicos de estas marcas, que “ya no tienen nada que envidiar a las europeas en acabados, equipamiento o garantías”.
Pero no todo son luces. El servicio postventa sigue siendo su gran talón de Aquiles. Falta de repuestos, tiempos de reparación más largos —a veces hasta un mes más que sus competidores europeos— y una red de talleres limitada son las principales debilidades que pueden lastrar su reputación. “Algunas marcas apenas tienen piezas en stock en los distribuidores. Eso genera desconfianza en el comprador de segunda mano”, advirtió Murias.
La consecuencia directa de esos factores es la mayor depreciación. Los coches de gasolina de origen chino retienen el 73 % de su valor tras un año, los híbridos un 76 %, los eléctricos un 66 % y los híbridos enchufables un 69 %. En un mercado donde el valor residual es clave para el leasing o las flotas de empresa, esos números pesan.
El ‘Made in China’, camino de la normalización
Aun así, Ganvam no duda de que el avance de las marcas chinas continuará. España ofrece un terreno fértil: consumidores sensibles al precio, creciente interés por los eléctricos y una industria que busca nuevas referencias tras el ajuste del diésel y el encarecimiento de los coches europeos.
“El mercado chino no es una ola que sube rápido y baja enseguida. Ha venido para quedarse”, aseguró Miguélez, quien auguró que en los próximos años “el ‘Made in China’ dejará de camuflarse con nombres europeos y pasará a ser una marca de prestigio en sí misma”.
Un equilibrio aún por encontrar
El auge de las marcas chinas coincide con la transición hacia la electromovilidad, un proceso que reconfigura el mapa industrial global. Los fabricantes asiáticos se han posicionado con una oferta agresiva: tecnología avanzada, precios ajustados y una rápida capacidad de adaptación. Pero su reto ahora pasa por construir confianza a largo plazo, especialmente en el mercado de ocasión.
Mientras tanto, el comprador español, pragmático y cada vez más informado, parece dispuesto a apostar por ellos. Los coches chinos se venden más que nunca, pero su verdadero examen comenzará cuando esos vehículos empiecen a llenar los concesionarios de segunda mano. Será entonces cuando se sabrá si su revolución era una moda… o el nuevo orden del automóvil.