En los últimos meses hemos asistido a múltiples revisiones de las previsiones de fabricantes y patronales sobre el gran problema que golpea a la automoción en estos momentos, el racionamiento de los microchips. Entre las previsiones más pesimistas se encuentran las del grupo Volkswagen, que en su último consejo de administración dedicó unas dos horas a analizar el asunto con la premisa de que los efectos de la falta de chips se prolongarán hasta bien entrado el año 2023. Pero hay algunos brotes verdes que dan pie a la esperanza al inicio de 2022.

Los últimos datos de producción de Toyota muestran su recuperación por encima de los valores de 2019 y con previsiones de acelerar el ritmo en los próximos meses, aunque cruzando los dedos para que los contagios de coronavirus no vuelvan a paralizar plantas de proveedores en el sureste asiático. Esa es ahora la principal amenaza, probablemente más grave que la propia escasez del componente electrónico, para unos coches cada vez más digitalizados. Los otros supervivientes de la crisis de los semiconductores son el grupo coreano Hyundai / Kia y la norteamericana Tesla, que sigue batiendo récords

Debilidades de globalización

La sequía de chips que sufren, en primer lugar, toda la cadena de proveedores de componentes ha puesto al descubierto las grandes debilidades de la cadena de suministro en un sector industrial muy globalizado y, a su vez, especializado en piezas como los semiconductores, y también las diferencias en la gestión de esta gran crisis, que ya tiene unos efectos peores que la pandemia de coronavirus en términos de recorte de producción y de ventas de vehículos.

El presidente de Volkswagen, Herbert Diess, fue al consejo de administración con el diagnóstico del problema y con posibles soluciones. A diferencia de Toyota, Volkswagen trabaja con escenarios que prevén que las perturbaciones en las fábricas y el mercado seguirán hasta entrado el año 2023. Pero Diess querría ser como Elon Musk, que ha puesto como ejemplo de la buena gestión del problema al espabilarse en la búsqueda de componentes alternativos y otros proveedores para mantener los planes de producción. Las escuelas de negocio podrán analizar en próximos cursos para directivos los diferentes estilos de gestión ante la escasez de chips y los resultados tan diferentes obtenidos. 

Nacionalización de componentes

Algunos visionarios ven en esta crisis una oportunidad para nacionalizar la producción de algunos componentes en los que Europa lanzó la toalla y cedió a otros competidores hace años o décadas. Un ensayo teórico lo aguanta todo, pero las inversiones y los plazos largos para revertir la situación de dependencia van en contra de la posibilidad voluntarista de la repatriación de chips y otros componentes impulsada, por ejemplo, por la Unión Europea. ¿Pasará lo mismo que con los vaticinios de cambios en el capitalismo a raíz de la crisis financiera de 2007?

Con la electrificación de la movilidad tenemos la oportunidad de corregir el rumbo en algunos aspectos, como la producción de baterías y toda la electrónica relacionada. Los vehículos eléctricos centran una inversión al alza de la gran mayoría de empresas de automoción, según el Barómetro Auto Mobility Trends de Coche Global y la consultora Metyis, pero existen algunos riesgos. Los directivos del sector alertan de que entre las grandes ineficiencias en el desarrollo de la industria de los vehículos eléctricos se encuentran los costes de diseño e ingeniería, la necesidad de buscar alianzas entre fabricantes de vehículos, la extensión de las plataformas, la cadena de suministro y la producción de componentes, según el informe elaborado por Hexagon.

Deseo de chips en 2022

En la actual situación, con varias fábricas que tienen ya expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) hasta junio o diciembre de 2022, el sector del automóvil depende de que se desatasque el suministro de microchips en el corto plazo y de la adaptación del sistema de producción globalizado 'just in time' a los nuevos riesgos, tal como está haciendo Toyota, el grupo que patentó la forma moderna de producir vehículos eliminando ineficiencias. 

Seguro que muchos directivos y trabajadores de la industria de automoción han deseado para este nuevo año 2022 que mejore la disponibilidad de chips. Ahora hay que trabajar para convertir ese deseo en realidad.