El golpe de realidad que atraviesa Porsche ha encendido todas las alarmas en el seno del grupo Volkswagen. La firma de deportivos de Stuttgart, atrapada entre sus icónicos clientes de motores de combustión y la transición hacia el vehículo eléctrico, advirtió que sus beneficios se verán afectados en 2025 por retrasos en el lanzamiento de nuevos eléctricos, un frenazo que ha derrumbado su rentabilidad hasta mínimos históricos.


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Los inversores reaccionaron con dureza: las acciones de Porsche se hundieron más de un 7%, arrastrando también a los títulos de Volkswagen, que cayeron un 7,5% en la que fue su peor jornada desde 2023. En la jornada posterior se recuperó una parte del descalabro con ganancias del 2% para Porsche y el 3% para Volkswagen. En el último mes, Porsche acumula una pérdida en bolsa del 10% y el grupo VW, del 8%.

En la cola de la rentabilidad

Porsche espera ahora un margen operativo máximo del 2% este año, frente al rango anterior del 5-7% y muy lejos del 18% de 2023 o el 14% de 2024. Este desplome coloca a la marca, considerada hasta hace poco la joya financiera del grupo, como una de las menos rentables dentro de Volkswagen, la décima en el ranking, según recuerdan fuentes del grupo.

El recorte refleja varios factores: la debilidad de la demanda en China, los aranceles más altos en Estados Unidos y, sobre todo, una transición eléctrica más costosa y lenta de lo previsto. La propia Volkswagen ha admitido que la renovación de productos supondrá un impacto de 5.100 millones de euros, de los que 1.800 millones recaerán directamente sobre Porsche, con especial peso en el tercer trimestre.

Nervios en los accionistas

El rápido deterioro de las cuentas de Porsche ha provocado, según fuentes del grupo, nervios entre los accionistas, encabezados por las familias Porsche y Piëch, el Estado de Baja Sajonia y Qatar Holding, y el sindicato IG Metall, que posee el 50% del consejo de administración y ha tenido que asumir duros recortes en el grupo, incluyendo 3.900 despidos en Porsche. Reclaman al consejero delegado Oliver Blume, que abandone la doble función de dirigir simultáneamente Volkswagen y Porsche.

Probablemente, la presentación que hizo Blume en el Salón IAA de Múnich podría ser su última aparición en público como CEO de Porsche. Lo hizo con la actualización de un icono de la marca: el 911 Turbo S con el lema de ser el coche de calle más potente con 711 caballos combinando un motor de gasolina con otro eléctrico.

De la sobredependencia del eléctrico al giro híbrido

La compañía admite que subestimó los riesgos de depender en exceso de la electrificación total y prepara un giro estratégico hacia una oferta más híbrida, en la que motores de combustión y eléctricos convivan para sostener la transición.

Aunque Porsche insiste en que a medio plazo recuperará un margen operativo del 10-15%, lo cierto es que la marca, que salió a bolsa hace apenas tres años con la promesa de superar el 20% de rentabilidad, ha perdido casi la mitad de su valor bursátil desde entonces.