Lotus prepara una nueva sacudida en su organigrama en respuesta a una complicada situación en la que el fabricante británico de deportivos de superlujo en manos de la china Geely ha resultado atrapado por la compleja coyuntura. En apenas cuatro meses, Matt Windle ha pasado de ser la apuesta europea de la marca a la más reciente baja en una plantilla directiva que no consigue estabilizarse. Su sustituta será, Mao Jingbo, según una información publicada por el medio británico Autocar.
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Mao Jingbo no es una desconocida: procedente de Lincoln y Mercedes-Benz, llegó a Lotus en 2022 para dirigir las operaciones en China y mantiene una estrecha relación con el CEO global, Feng Qingfeng. El mensaje que envía Geely, dueña de la marca desde 2017, es inequívoco: quiere un control más directo sobre las decisiones clave en Europa y en la sede británica.
El relevo se produce en un contexto crítico. La compañía estudia trasladar la producción de deportivos fuera de su histórica base en Hethel, Norfolk, como parte de un plan de recorte de costes que ya ha supuesto el despido de 270 empleados y el cierre de su tienda insignia en Park Lane, Londres. Las conversaciones con el Gobierno laborista británico no han frenado el debate interno sobre la viabilidad de seguir fabricando en suelo británico, una idea que hasta hace poco habría sido impensable para una marca que ha construido su identidad sobre ese vínculo.
Caída de ventas y pérdidas
La presión viene de los números. Lotus perdió 183 millones de dólares en el primer trimestre y acumula deudas por 3.300 millones. Sus ventas globales cayeron un 42% entre enero y marzo, arrastradas por la menor demanda de eléctricos de lujo y el impacto de los nuevos aranceles a modelos fabricados en China. El Eletre y el Emeya, buques insignia de su gama “de estilo de vida”, no han alcanzado las expectativas, y los deportivos tradicionales tampoco han logrado sostener el volumen. Ante este escenario, la compañía ha virado hacia los híbridos enchufables, con un primer modelo previsto para finales de año, en un intento por recuperar tracción en el mercado.
La llegada de Mao —cuarta persona en ocupar el mando europeo en menos de dos años— es más que un simple nombramiento: es la señal de que Geely no está dispuesta a dejar margen a la improvisación. Con una inversión de 2.000 millones de libras aún sin recuperar y un mercado que penaliza tanto el lujo como la falta de innovación, la estrategia pasa por centralizar el poder en manos de personas de confianza y alinear las operaciones británicas con las prioridades fijadas en Wuhan y Hangzhou.