En septiembre de 2021, el director general de Kia en España, Eduardo Divar, anunciaba un ambicioso plan para instalar una red de puntos de carga rápida por toda España. En ese momento, Divar lamentaba, en una entrevista con Coche Global, las trabas burocráticas de algunos ayuntamientos como el de Jaca que dificultaban la puesta en marcha de los necesarios nuevos enchufes para los coches eléctricos. Pero más de un año después, Kia ha renunciado al punto de carga que había previsto en Jaca por esas trabas y por otros palos en las ruedas imprevistos e incluso más dolorosos que ejemplifican la empinada cuesta que tiene que superar la movilidad eléctrica. 

Además de las pegas del alcalde de turno, los proyectos de puntos de carga para vehículos eléctricos tienen que vencer una montaña de trámites, impuestos y también la burocracia de las compañías eléctricas. "Tardan meses en responder cualquier consulta sobre la red eléctrica y la potencia disponible. Cuando responden y vuelves a solicitar algo, el proceso empieza de nuevo", explicaba Divar a Coche Global en un reciente encuentro con periodistas. 

Las trabas por la farragosa tramitación de las compañías eléctricas han sido la gota que ha colmado la paciencia de Kia, que ha desistido de instalar el punto de carga que había planificado en Jaca. Es un ejemplo práctico y sobre el terreno de los problemas con los que se enfrenta el despliegue de la red de recarga que necesita la electromovilidad. 

Intereses en los puntos de carga

Los palos en las ruedas de las operadoras eléctricas contrastan con su estrategia de presumir de los miles de puntos de carga que están instalando compañías como Endesa e Iberdrola. En esos casos, en los que las propias eléctricas impulsan y gestionan el negocio en ciernes de los nuevos puntos de carga, parece que no existen los problemas denunciados por el fabricante coreano de vehículos. 

La guerra de intereses puede convertirse en acelerador de la electromovilidad, pero también en un freno a su despliegue. Por suerte, existen ejemplos de casos de éxito en los que la confluencia de voluntades se imponen a las trabas, como ha sucedido en el municipio de San Sebastián de los Reyes, en el que Kia ha logrado instalar un punto de carga ultrarrápido. 

Esa confluencia de voluntades junto a una normativa que facilite la instalación de puntos de carga por parte de las empresas que quieren invertir es la única vía para que España deje de ser la tortuga de Europa en el impulso a la movilidad eléctrica.