La fábrica de cristal de Volkswagen en Dresde —la Gläserne Manufaktur, uno de los templos industriales más singulares construidos en Europa— inicia un giro histórico. El espacio faraónico que ordenó levantar Ferdinand Piëch para ensamblar la limusina Phaeton, con líneas de montaje sobre parquet impoluto y un edificio acristalado de 83.000 metros cuadrados donde los clientes podían comer mientras veían montar su coche, dejará de fabricar automóviles. Su futuro será un campus de innovación tecnológica en alianza con la Universidad Técnica de Dresde (TU Dresden).
Es el final de una era para una instalación que deslumbró al mundo por su lujo, su transparencia y su estética casi museística, pero que también representa una de las inversiones más discutidas del imperio Volkswagen: un proyecto tan espectacular como difícil de rentabilizar.
Del sueño del Phaeton al ID.3
La fábrica abrió en 2002 como joya personal de Piëch, nieto de Ferdinand Porsche, y visionario obsesivo capaz de empujar a Volkswagen a límites insólitos. Allí se ensamblaba a mano la berlina Phaeton: maderas nobles, silencio absoluto, un ballet de operarios moviéndose sobre suelos de tarima pulida, y un funicular interno que transportaba piezas por el interior del edificio como si se tratara de un reloj suizo.
Después llegarían los Bentley Flying Spur, los e-Golf y, desde 2021, el eléctrico VW ID.3, símbolo de la apuesta por la electromovilidad del fabricante alemán. En total, 170.000 vehículos montados en dos décadas. Pero la fábrica nunca funcionó a plena capacidad. Su coste —nunca revelado del todo— se convirtió en un secreto incómodo dentro del grupo.
La última unidad del ID.3 saldrá de la línea de montaje a mediados de diciembre de 2025. A partir de entonces, el edificio comenzará una transición que lo aleja, quizá definitivamente, de su función original.
Operarios en la fábrica de cristal de Volkswagen en Dresde
Un campus de lujo
Volkswagen ha firmado una declaración de intenciones con el estado de Sajonia y la TU Dresden. El plan es convertir la antigua planta en un polo tecnológico donde se investigarán áreas clave:
- Inteligencia artificial
- Robótica
- Microelectrónica
- Diseño de chips
- Producción digital avanzada
La mitad de la superficie del edificio se cederá a la universidad, mientras que Volkswagen actuará como socio industrial y cliente de proyectos de investigación. La inversión conjunta prevista supera los 50 millones de euros en siete años, incluyendo nuevas cátedras universitarias y laboratorios de innovación.
El movimiento encaja con la necesidad del grupo alemán de reducir capacidad productiva en Alemania en un contexto de ventas estancadas y electrificación costosa. VW ha anunciado un recorte de hasta 35.000 empleos en el país hasta 2030, sin despidos forzosos, con una reducción de fabricación de 730.000 unidades anuales.
Una plantilla que se reubica
Actualmente, la Gläserne Manufaktur emplea a unas 250 personas, que se reducirán progresivamente por jubilaciones y recolocaciones. El grupo ha ofrecido trasladar a parte del personal a las plantas de Zwickau (coches eléctricos), Chemnitz (motores) y a la sede central de Wolfsburg.
La fábrica transparente era, a comienzos de los 2000, la metáfora perfecta del proyecto Piëch: un Volkswagen capaz de mirar a los ojos a Mercedes y BMW en su propio terreno de lujo, una manufactura casi artesanal, abierta al público, donde los coches se elevaban sobre plataformas de madera noble como si fueran esculturas.
Pero el Phaeton nunca logró las ventas esperadas. Y la fábrica, con su calidad casi quirúrgica, quedó sobredimensionada. En los últimos años trató de reinventarse como:
- Centro de movilidad del futuro
- Lugar de experiencias para clientes
- Campus de startups
- Vivero de proyectos de producción 4.0
- Centro de formación y visitas (110.000 visitantes anuales)
Aun así, la evolución del mercado y la necesidad de ajustar costes han terminado imponiéndose.
Sajonia sale ganando
La reconversión tiene también una lectura territorial. La fábrica está integrada en la vida urbana: colabora con escuelas, museos, fundaciones y hasta mantiene colonias de abejas en los jardines del recinto, cuya miel se vende en su restaurante e-Vitrum.
Su transformación en campus universitario refuerza la ambición de Sajonia de posicionarse como hub europeo de microelectrónica, con empresas como Infineon o GlobalFoundries ya instaladas en la región. Para la TU Dresden, es una oportunidad única para impulsar investigación aplicada con acceso directo a instalaciones industriales de primer nivel.