Italia guarda sus símbolos como se cuida un tesoro familiar. Y el Fiat 500 es uno de ellos. En un momento crítico para la industria automovilística italiana, Stellantis ha decidido mirar hacia sus raíces para relanzar su futuro. La producción del icónico urbano de Fiat, que recupera la versión híbrida de gasolina ante las escasas ventas del 100% eléctrico, vuelve a cobrar protagonismo en la planta histórica de Mirafiori, mientras Maserati regresa a Módena, su cuna natural. El doble movimiento industrial no es solo estratégico: es casi emocional.
La compañía nacida de la fusión entre Fiat-Chrysler y PSA ha iniciado ya la preproducción del Fiat 500 híbrido en Turín, con el objetivo de comenzar su ensamblaje en noviembre. Una decisión que, según ha explicado Stellantis, representa "un paso crucial en el proceso de industrialización" y una garantía de continuidad para uno de los centros de producción más emblemáticos de la automoción europea.
La línea híbrida convivirá con la ya existente del 500 eléctrico, reforzando no solo la producción sino también la plantilla. Muchos de los trabajadores de la línea Maserati —tras el colapso de sus volúmenes en Turín— serán reasignados a este proyecto. La medida actúa como salvavidas laboral en un año en el que la producción italiana del grupo ha tocado mínimos históricos: apenas 70 unidades de Maserati entre enero y marzo.
Maserati vuelve a casa
El traslado de la producción de los modelos GranTurismo y GranCabrio desde Mirafiori a Módena marca otro gesto avalado por la historia. Stellantis lo ha confirmado oficialmente: a finales de 2025, los superdeportivos del Tridente volverán a fabricarse en la planta de Viale Ciro Menotti, en pleno corazón del Motor Valley. Allí se ensamblarán tanto las versiones térmicas como las eléctricas Folgore, devolviendo a la ciudad su lugar como referente de la ingeniería automotriz de alta gama. AL menos mientras Stellantis aclara el futuro de Maserati ante las informaciones que apuntan a una posible venta a la china Chery.
No obstante, Mirafiori no rompe su vínculo con Maserati. El centro de Turín continuará acogiendo las fases de carrocería y pintura de estos modelos, lo que permite mantener una parte del ecosistema industrial conectado a la marca.
Producción del recuperado Fiat 500 híbrido
Una reorganización obligada
La apuesta por revitalizar Mirafiori con el Fiat 500 híbrido llega en un momento complejo. La caída de la producción y los recortes en modelos como el Levante, el Ghibli y el Quattroporte han dejado una huella profunda. La planta de Cassino también ha visto reducida su actividad, con un desplome del 45% en la fabricación del Maserati Grecale en el primer trimestre de 2025. El panorama no es mucho mejor para los Alfa Romeo Giulia y Stelvio, que junto al Grecale representan solo el 20% de la producción del grupo en la región del Lazio.
En paralelo, Stellantis refuerza Mirafiori como polo tecnológico. Allí se están instalando nuevas líneas de producción para transmisiones EDCT y C514, vitales para los modelos híbridos. Además, el centro acoge un creciente hub de economía circular, que el grupo quiere convertir en un pilar para la estabilidad laboral del distrito industrial.
Un equilibrio entre historia e industria
El plan de reindustrialización italiano de Stellantis, presentado en diciembre, marcaba 2026 como el año de inflexión. Hasta entonces, la compañía aplica una cirugía de precisión para sostener su entramado productivo. El regreso del Fiat 500 no enchufable es más que una estrategia: es un guiño a la historia, una solución pragmática ante una coyuntura complicada y una apuesta emocional por un modelo que simboliza el diseño, la movilidad urbana y el alma italiana.
Mientras tanto, en Módena, Maserati retoma su posición como joya de la corona, abrazando el lujo, la personalización y las nuevas tecnologías en las flamantes Officine Fuoriserie. Stellantis redistribuye su mapa industrial como quien vuelve a ordenar una casa familiar: con sentido práctico, pero también con respeto por sus orígenes.