La automoción y la movilidad están atravesando un momento decisivo. Tras años de transformación acelerada, el sector empieza a mostrar síntomas preocupantes de agotamiento financiero. Las advertencias de beneficios a la baja —los temidos Profit Warnings— ya no son la excepción, sino la norma. Fabricantes, proveedores e incluso algunas startups empiezan a reconocer abiertamente una caída sostenida de la rentabilidad, y los primeros balances en rojo ya están sobre la mesa.


Artículo publicado en el Barómetro Auto Mobility Trends 2025. Descarga en este enlace el estudio completo


Esta nueva coyuntura no llega por sorpresa. Es la consecuencia lógica de una tendencia que el Barómetro Auto Mobility Trends, que llega a su sexta edición en 2025, lleva varios años anticipando: una transformación estructural impulsada por la electrificación, la digitalización y la automatización, cuya factura económica se está cobrando más rápido de lo que llegan los beneficios. La rentabilidad, ese músculo que permitía resistir las oleadas de disrupción, se está debilitando ante el coste de adaptarse al futuro.

Freno a las inversiones

El Barómetro constata una ralentización clara en el impulso inversor del sector. Aunque el 44% de las empresas prevé aumentarlas, hay un 18,75% que ya anuncia recortes, y un 25% que opta por el inmovilismo. Las grandes corporaciones, más expuestas a la coyuntura global, lideran la contención: solo el 34,5% planea seguir invirtiendo más. La tendencia es clara: menos euforia, más cautela.

Este repliegue se observa también en las medidas internas de ajuste. Cerca del 25% de las empresas ha paralizado o reducido inversiones, y un 47,6% ha terminado contratos temporales. Aunque no hay una destrucción masiva de empleo, sí se aprecia una estrategia de contención flexible ante la incertidumbre. Es un síntoma claro de que las tensiones económicas están condicionando las decisiones estratégicas a corto y medio plazo. La tormenta perfecta se está materializando: el retorno de las grandes inversiones en nueva movilidad es más lento de lo esperado, y los márgenes tradicionales se estrechan. Esta brecha entre inversión y retorno erosiona la rentabilidad. 

Geopolítica, la última gota

El contexto internacional ha echado sal en la herida. Las tensiones geopolíticas, especialmente los nuevos aranceles, han encarecido súbitamente los costes para muchas compañías. Es la última gota que ha colmado el vaso y amenaza la transformación de la movilidad, una situación que ilustra la portada de esta revista con los resultados del Barómetro de 2025. Durante la última década, el sector ha demostrado una capacidad admirable para sobrevivir a lo que se ha definido como permacrisis: desde la COVID-19 hasta la guerra en Ucrania, pasando por la escasez de semiconductores o el encarecimiento de materias primas. 

Pero esta vez es distinto. Lo que se tambalea ahora no es la logística o el suministro, sino el modelo de negocio. Las empresas han dejado de improvisar para resistir y empiezan a recortar para subsistir. La incertidumbre ya no es una fase transitoria, sino una condición estructural. Y eso obliga a redefinir prioridades, reformular estrategias y reevaluar los plazos de retorno de cada inversión.
Un momento para decidir

El Auto Mobility Trends 2025 lanza una advertencia clara: el sector está en una encrucijada. La transformación sigue siendo inevitable, pero ya no puede financiarse con promesas. Necesita resultados tangibles. Necesita retorno. Frente a ello, las empresas deben asumir que el futuro no será necesariamente más rentable, pero sí más exigente. La rentabilidad no será un subproducto del cambio tecnológico, sino una condición para que ese cambio sea viable. En un mundo donde los beneficios tradicionales se agotan y los nuevos tardan en llegar, solo quienes encuentren un equilibrio entre inversión inteligente y gestión eficiente podrán sobrevivir a este nuevo capítulo de la automoción.