La empresa de taxis alterantivops y de envío de comida a domicilio Uber ha anunciado que subirá sus tarifas en Estados Unidos y Canadá para compensar a los conductores por el alza del precio  de los carburantes, que se ha intensificado con la guerra de Ucrania y se ha convertido en otro efecto colateral de la guerra económica desatada con las sanciones a Rusia.

En una entrada en el blog oficial de la compañía, la jefa de operaciones para conductores en EEUU y Canadá, Liza Winship, explicó que la subida de precios durará por lo menos dos meses y que se traducirá en una tasa adicional a la tarifa de 45 o 55 centavos de dólar para el transporte de pasajeros y de 35 o 45 centavos para la entrega de comida mediante Uber Eats.La diferencia en la cuantía de la tasa dependerá de la ubicación en que se produzca cada servicio.

Esta tasa irá directamente y en su totalidad a los conductores y se aplicará incluso a los vehículos eléctricos, una medida que desde la compañía defienden asegurando que así se potencia la transición a este tipo de automóviles, ya que los conductores cobrarán más sin incurrir en gastos adicionales.

Encarecimiento del petróleo

La gasolina y el gasóleo han vuelto a superar sus máximos históricos tras encarecerse en la última semana un 4,4 % y un 5,6 %, respectivamente, coincidiendo con la invasión rusa de Ucrania y con la posibilidad de que un embargo global al petróleo ruso impulse aún más los precios de los carburantes.

Tras este nuevo ascenso, el décimo consecutivo para ambos carburantes, la gasolina se sitúa ya un 10,3 % por encima de su precio récord, que estuvo vigente más de nueve años hasta que se superó a finales de enero, mientras que el gasóleo marca un precio un 9,4 % superior a su anterior máximo, también de 2012.

Detrás de la escalada que sufren desde que comenzó el año los carburantes se encuentra principalmente el encarecimiento del petróleo, que se sitúa actualmente en niveles históricos, y cuyo precio podría seguir aumentando tras el embargo anunciado por EEUU y el Reino Unido sobre las importaciones de crudo ruso, una decisión que la Unión Europea no secunda, pero tampoco descarta.