El año 2023 se encamina a su fin dejando signos de esperanza en lo que se refiere al entorno del sector del automóvil. La realidad ha comenzado a poner las cosas en su sitio y está obligando a dar marcha atrás en algunas decisiones que se habían tomado y que imponían un cambio tecnológico al coche eléctrico que, se está demostrando, no estaba preparado.


Accede al Barómetro Auto Mobility Trends 2023 en este enlace


Fue una decisión tomada por políticos, sin ninguna participación de la industria del automóvil, en un momento que esta última se había puesto en entredicho por el escándalo que supuso el que se descubriera que el Grupo Volkswagen, primer fabricante mundial, había equipado sus motores diésel con un dispositivo que falseaba sus emisiones en las pruebas de homologación. Al final, fue algo que acabó menoscabando la credibilidad de todas las marcas, que no se atrevieron a levantar la voz y a defenderse de una imposición argumentada en la necesidad de descarbonizar la sociedad para luchar contra el cambio climático.

El automóvil genuflexo se levanta

Fue realmente sorprendente el ver como los más poderosos dirigentes de la industria del automóvil aseguraban que iban a cambiar sus gamas de modelos por otras con vehículos eléctricos, cosa que hasta el momento no parece que vaya a ocurrir en un futuro próximo. Porque ese momento del sector genuflexo parece estar pasando y se habla de revertir algunas decisiones políticas.
La prueba del cambio de tendencia está en que esos mismos dirigentes, o los que les han reemplazado en sus cargos, están optando por la reducción de la producción de coches eléctricos 100% (con baterías). Por una sencilla razón, que no tienen una demanda suficiente.

No es que vayan a dejar de producirlos completamente, porque el coche eléctrico tiene un interés como vehículo urbano, más silencioso y poco emisor de gases y partículas contaminantes, pero está claro que van a necesitar que se los replanteen.

Ha sido curioso el escuchar un reciente discurso de Akio Toyoda, el presidente (chairman) del consejo de administración de Toyota y nieto del fundador de Toyota Motor, Kiichiro Toyota. No excesivamente inclinado a hacer una apuesta fuerte por el coche eléctrico, ahora que se comienza a tener claro el escaso interés que despierta entre los ciudadanos, vino a decir a los suyos algo así como “ya os lo había dicho”.

Un modelo eléctrico de Opel / OPEL

Freno a los planes de electrificación

Esto mientras General Motors, Ford o el Grupo Volkswagen, por ejemplo, simplemente reducían su capacidad de montaje de coches eléctricos. Es más, el consorcio alemán terminaba por reconocer su incapacidad de producir un coche eléctrico pequeño y asequible que podría adaptarse a las necesidades de una movilidad urbana y sostenible. Por ello, está buscando socios en China que pudieran ayudarle en esa tarea. Parece que ya tiene a SAIC, uno de sus socios de toda la vida y productor de los MG que tan bien se han comenzado a vender en Europa (y en España), y a Xpeng, de la que acaba de comprar un 5% de participación. Pero se habla también de contactos con Geely, propietaria de varias marcas entre las cuales Volvo, Polestar y Link&Co. Esto, con permiso de Renault, que también habría negociado con Geely con el mismo objetivo. 

¿Hay que pensar que al Grupo Volkswagen y a Renault se les ha olvidado como fabricar coches pequeños? No. El problema son las baterías de las que la industria europea tiene una gran carestía por más que haya planes para construir decenas de plantas de producción de las mismas que no acaban de concretarse. 

Inicio de producción de Polestar 2 en China / POLESTAR

Dominio de China

Entre otras cosas, porque falta la materia prima. Esas “tierras raras” de las que China dispone en cantidad y que Europa carece. Un reciente estudio publicado por The Economist mostraba que por más que Europa y Estados Unidos se esfuercen por construir fábricas de baterías, en 2030 China será el origen del 69% de las baterías que se produzcan en el mundo, mientras que las otras dos potencias competidoras contarán con el 28% casi a partes iguales. Así las cosas, en el país asiático se podrían producir hasta 90 millones de coches eléctricos, la misma cantidad de unidades que habrán salido de todas las fábricas del mundo en 2023, mientras que de las europeas y estadounidenses solo saldrían unos 36-38 millones. Si las economías de escala tienen algún valor, ya tienen un caballo ganador en coche eléctricos.   

Al final, la conclusión, sobre todo desde el punto de vista europeo, es que si jugamos al coche eléctrico vamos a perder una industria que da trabajo a 12,5 millones de personas en la Unión Europea. Y esto sin asegurar la continuidad de la capacidad de movimiento que tiene nuestra sociedad en estos momentos.

Que debemos procurar la mejorar calidad del aire, sí. Pero dejando la puerta abierta a otras alternativas entre las cuales destaca el hidrógeno, sin olvidar los combustibles sintéticos o la energía nuclear. Un poco como ha hecho el COP28, con gran enfado de los ecologistas más radicales.