No es que le veamos las orejas al lobo, es que podemos verle los ojos y sentir su aliento de lo cerca que está. La acelerada transición energética de la industria del automóvil pone contra las cuerdas a nuestra primera industria. El coche eléctrico requerirá menos puestos de trabajo industriales y, como es lógico, se priorizarán los ajustes en la periferia, por el efecto sede, porque varios de los fabricantes europeos cuentan con capital público y porque todos han recibido, y recibirán, ayudas de sus estados para capear las crisis que estamos viviendo. 


Artículo publicado en Auto Mobility Trends 2022 By Metyis y de Coche Global. El Barómetro se puede consultar de forma íntegra en este enlace.


La prohibición por parte del Parlamento Europeo de vender vehículos de combustión interna a partir de 2035 tensa más aún la cuerda sobre el cuello de un sector fundamental para la Europa Industrial y empuja a acelerar el despliegue de una infraestructura todavía inmadura en países como España. El coche eléctrico sigue siendo muy caro para el ciudadano medio español y, sobre todo, el uso que le damos al coche en España es prácticamente incompatible con que sea el único vehículo para la unidad familiar. No todas las familias pueden comprarse dos coches ni todo el mundo aparca en un garaje, tal vez eso explique que la cuota del coche eléctrico en España en 2021 fue de un pírrico 4,25%.

Merma del tejido industrial

Pero las cartas están repartidas y ahora solo queda esperar a ver cuánto merma el tejido industrial español. De momento ya estamos viendo recortes y prejubilaciones y esto solo es el principio de una década que será amarga para el empleo industrial. Si no se hiciese nada la caída de empleo industrial en las plantas españolas para 2030 superaría el 50%. Todo lo que sea mejorar ese número será un éxito pero que nadie piense que volveremos al empleo de 2019. 

Queda por ver si nuestro tejido industrial es capaz de reinventarse, especialmente los proveedores, incluyendo en ellos las plantas de motores y cambios, y si entorno a la nueva movilidad surgirán nuevas empresas que generen empleo más allá de valoraciones financieras absurdas. Contamos con iniciativas en la extracción de litio, en su procesado y en la fabricación de baterías. La fabricación de vehículos eléctricos para movilidad urbana genera poco empleo, pero ya veremos hasta dónde llegan. En definitiva, se inicia un camino que puede dar alguna sorpresa positiva, aunque las expectativas tienen que mantenerse ajustadas. 

Continuidad de las plantas

Los más que loables esfuerzos de las administraciones, en especial la central, reducirán la sangría de puestos de trabajo, pero no hay que engañarse, no la pueden atajar en su totalidad. Todos los esfuerzos deben ir hacia una transformación que logre mantener puestos de trabajo en nuestro país, evitando el mantenimiento de empresas zombis. 

Para hacer un poco más complicada la transición vivimos años en los que reina la confusión. La gente no sabe qué coche comprarse, aunque falten casi 30 años para la prohibición de la circulación de los vehículos movidos por un motor de combustión interna. Las dudas, unidas a la escasez de componentes y la optimización de la producción se traducen en menos ventas y, por tanto, menos empleo. 

Es necesario lograr, y en general se está logrando, asignaciones de vehículos para asegurar la continuidad de las plantas. En ocasiones los milagros existen, quien sabe si el hidrógeno o los combustibles sintéticos endulzarán el negro porvenir industrial que nos espera. Hagamos todo lo posible por mantener vivo el milagro español de la automoción, no hay que rendirse.