La automoción europea vive una paradoja amarga que muestra la profunda y creciente brecha comercial con China. Mientras los coches fabricados en China ganan terreno en el mercado europeo, con un crecimiento del 36 % en las importaciones en la primera mitad de 2025, las exportaciones de vehículos europeos hacia el gigante asiático se hunden un 43 % en el mismo periodo, según el último informe de ACEA.
El contraste no puede ser más elocuente: la UE, históricamente potencia exportadora, ve cómo se estrecha su superávit comercial en el sector del automóvil, golpeada por un doble filo. Por un lado, las fábricas chinas esquivan las barreras arancelarias europeas con precios competitivos y modelos eléctricos cada vez más sofisticados; por otro, los fabricantes europeos pierden atractivo en un mercado chino que se ha volcado en apoyar a sus campeones nacionales y en acelerar la transición hacia el coche eléctrico.
Los coches chinos ya suponen el 6 % del mercado de la UE, un punto más que en 2024, y compiten en precio y tecnología con un paquete irresistible para los consumidores europeos. Tesla y BYD marcan tendencia, pero cada vez más marcas emergentes, apoyadas por las ayudas del Estado chino, encuentran espacio en los concesionarios europeos.
Los aranceles no frenan a China
Las importaciones de coches chinos a la UE se han disparado un 36,2% en el primer semestre de 2025 hasta llegar a 465.000 vehículos. En cambio, el valor de esos coches creció solo un 3,7%, hasta 6.182 millones de euros, lo que muestra claramente la ofensiva comercial en los precios.
El dato más demoledor para las marcas europeas es el desplome de sus ventas en China: un retroceso del 43 % en exportaciones hasta apenas 92.000 unidades en el semestre. El valor de esas exportaciones también sufrió un descalabro del 42% al quedarse en poco más de 5.000 millones.
La competencia local y la preferencia por vehículos de “nueva energía” (eléctricos e híbridos enchufables) han relegado a los fabricantes del Viejo Continente, que ahora dependen más de mercados como Reino Unido, Estados Unidos o Turquía. La paradoja se completa: mientras Europa abre cada vez más sus puertas a los coches chinos, China cierra filas en torno a su industria nacional.
Europa, entre la resiliencia y el desgaste
La producción comunitaria cayó un 2,8 % en el primer semestre, frenada por los altos costes energéticos, las normas más estrictas de CO₂ y los aranceles cruzados. Alemania, pese a resistir con un crecimiento del 4,4 % en su producción, no pudo compensar el desplome en Italia (-33 %), España (-12 %) o Bélgica (-16,5 %). Aun así, tres de cada cuatro coches matriculados en la UE siguen siendo de fabricación europea.
En matriculaciones, el mercado único retrocedió un 1,9 %, lastrado por caídas en Francia (-7,9 %), Alemania (-4,7 %) e Italia (-3,6 %). Solo España (+13,9 %) y Polonia (+3 %) ofrecieron un contrapeso positivo. La electrificación avanza: los eléctricos de batería alcanzan ya el 15,6 % de cuota y los híbridos dominan con el 34,8 %. La gasolina y el diésel juntos han retrocedido hasta el 37,8 %, reflejando un cambio estructural en la demanda europea.
Mientras Europa se ajusta el cinturón, China se expande. Su producción creció un 12,3 %, hasta rozar los 13 millones de vehículos, con un empuje político y financiero que incluye subsidios, préstamos flexibles y una estrategia agresiva de exportación.