Aunque no es Halloween, Trump ha llamado a la puerta de los fabricantes de automóviles y les ha ofrecido truco o trato. O susto en forma del muro arancelario con México o un pacto para repatriar producción en Estados Unidos basado en una atractiva oferta para dar un trato 'car friendly' al sector.

Parón de la agencia de medio ambiente

El presidente norteamericano explicó el truco o trato a los máximos ejecutivos de GM, Ford y Fiat-Chrysler en un desayuno en la Casa Blanca en el que se empezó a concretar en qué consiste el 'car friendly'. La pancarta gigante que unas horas más tarde colgó Greenpeace de una grúa cercana a la nueva residencia de Trump es significativa de la nueva etapa que se abre en EEUU y de lo que pueden esperar los fabricantes de coches. La pancarta del grupo ecologista conminaba a los estadounidenses a resistir, en referencia a la marcha atrás en la política de medio ambiente que ya se empieza a percibir. El brazo ejecutor de la política de Obama, la Agencia de Protección de Medio Ambiente (EPA), ha recibido órdenes de paralizar sus acciones hasta tener las nuevas instrucciones. "La política de medio ambiente estaba fuera de control", les dijo Trump a los representantes de los Big Three.

La resistencia empieza en California

Los directivos de las tres grandes marcas del país acudieron al desayuno con Trump con una demanda: la industria quiere que se afloje el estricto control medioambiental sobre los vehículos. Después de los problemas sufridos por Volkswagen y Fiat-Chrysler con la EPA, el sector parece que quiere un respiro. La llegada de Trump a la presidencia de EEUU ha abierto la posibilidad de una peligrosa confluencia con la industria de automoción para repatriar producción, al menos en apariencia, a cambio de obtener un mejor trato fiscal y medioambiental. Un trato 'win win' para Trump, que puede presumir en Twitter de que la industria apuesta por el país, aunque sigue produciendo en México, y para el sector, que puede ganar unos años de tranquilidad y evitar también el muro arancelario. La incógnita ahora es si esa política 'car friendly' de Trump encontrará resistencia, además de en Greenpeace, en California, el Estado abanderado en la lucha contra contra las emisiones de gases.