Toyota ha sido una de las marcas menos afectadas por la falta de microchips en la industria de automoción mundial, junto con otros fabricantes japoneses y coreanos. Pero ahora se prepara para pisar el acelerador de nuevo en sus fábricas y recuperar una parte de la producción de vehículos perdida.

El primer fabricante mundial de vehículos, que en el último año superó por poco a Volkswagen, ha dado instrucciones a sus proveedores para poner en marcha un dispositivo extraordinario con turnos de trabajo adicionales a partir de diciembre con el fin de aumentar la producción en 97.000 coches hasta marzo, cuando finaliza el año fiscal japonés, según indicaron fuentes del sector a la agencia Reuters. 

La compañía indicó que todavía no se han decidido los planes de producción "más allá de noviembre". Pero la clave para planificar la remontada es la previsión de que las plantas de proveedores recuperarán su plena actividad gracias a la mejora de las cifras de contagios de coronavirus en países como Malasia y Vietnam, que provocaron cierres por confinamientos en meses anteriores. 

Duración de la crisis de los chips

Toyota anunció en el pasado verano un recorte de su producción global del 40% con respecto a sus previsiones anteriores por problemas de suministro de chips y otros componentes y por una nueva ola de coronavirus. El impacto de este recorte superaba las 300.000 unidades.

Las nuevas previsiones más optimistas de Toyota contrastan con el pesimismo de una buena parte de los fabricantes europeos de vehículos, que esperan que los efectos negativos de la falta de chips persistan hasta 2023, según anunció, en un encuentro organizado por Coche Global y Metyis en Automobile Barcelona, José Vicente de los Mozos, presidente de Anfac y responsable mundial de producción del grupo Renault. 

El menor impacto por la escasez de chips sufrido por Toyota ha permitido a la marca japonesa mejorar su cuota de mercado en España y en Europa. Lo mismo ha sucedido con Hyundai y Kia.