De los 29 miembros que se sientan en el consejo de la patronal europea de proveedores de componentes del automóvil (Clepa) sólo hay dos en representación de España. Es el síntoma de los problemas de una industria controlada por los grandes grupos multinacionales y con pocos y pequeños capitanes nacionales. Uno de ellos, Ficosa, intenta crecer y sanearse con una inyección de 100 millones de euros a cargo de la japonesa Panasonic.

La empresa fundada por Pujol y Tarragó en un pequeño taller se ha convertido en una multinacional con más de 8.500 empleados que ha tenido una trayectoria un tanto errática en los últimos años. Ficosa forma parte, junto con Mondragón, Antolín y Gestamp del selecto grupo de compañías proveedoras de componentes de primer nivel y de capital español. Han crecido mucho y están presentes en las principales áreas de producción de vehículos pero son muy pequeños en comparación con los gigantes del sector como Delphi, Robert Bosch, Lear o Faurecia.

En cierta manera, los fabricantes de piezas y sistemas para el automóvil tienen más peso de firmas de capital local, a diferencia de las factorías de ensamblaje de vehículos, que pertenecen en su totalidad a multinacionales extranjeras. En la industria auxiliar sí hay un grupo de empresas que toman sus decisiones en España. El sector facturó un 2% más en 2013 y aumentó sus plantillas un 3%, hasta casi 191.000 empleados.

Ficosa, con una larga tradición en el sector español y en la asociación Sernauto, vive una pesadilla desde que se inició la crisis. Los apuros financieros al final de la década pasada llevaron a la firma a pedir auxilio a la Generalitat, que inyectó 50 millones de euros en créditos participativos. A pesar de esa sustanciosa aportación, la administración autonómica renunció incomprensiblemente a sentarse en el consejo de administración para controlar qué destino se daba al dinero público.

Envalentonada con ese dinero fresco, la empresa presidida por Josep Maria Pujol se embarcó en una turbia operación para asumir la fábrica de teles de Sony. La multinacinal japonesa buscaba un caballero blanco que le permitiera llevar a cabo un repliegue industrial sin manchar su imagen al traspasar casi 1.000 empleados a Ficosa con un contrato de suministro de teles durante dos años. La operación estaba basada en un castillo de la lechera para generar actividades nuevas relacionadas con la investigación y nuevos sistemas para coches eléctricos que dieran el relevo a la producción de teles.

Existencia de plan B

En septiembre de 2010, cuando se firmó la operación, no importaba mucho que el plan de negocio fuera poco sólido puesto que el traspaso de los activos y la plantilla de Sony se hizo a coste cero e incluso con plusvalías para Ficosa. La empresa tuvo el asesoramiento de Alta Partners, una consultora que intervino en otras operaciones similares que se han visto salpicadas por la investigación judicial del caso de las ITV en Cataluña.

Hace cuatro años, cuando los periodistas preguntábamos a Xavier Pujol, hijo del fundador y consejero delegado, si tenían plan B ante un eventual fracaso de las actividades alternativas, se nos trataba poco menos que de agoreros y se pasaba por alto del espinoso escenario. Pero la realidad se ha impuesto con más de 500 despidos y bajas voluntarias en los últimos meses, expedientes de regulación temporales y, finalmente, la necesidad de buscar otra inyección de 100 millones y otro hermano mayor que dé impulso a Ficosa.