La Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) ha expresado su malestar por el respaldo del Gobierno español, junto a Francia, al mantenimiento del veto a la venta de vehículos con motor de combustión a partir de 2035, justo antes de la revisión anticipada de los objetivos anunciada por la Comisión Europea. La patronal del motor advierte de que esta postura debería haberse consensuado con el sector y reclama un enfoque “más pragmático, flexible y tecnológicamente neutral” para garantizar una transición realista hacia la movilidad cero emisiones.
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En un comunicado emitido tras la reunión del Consejo de Medio Ambiente de la UE, en la que España y Francia presentaron un documento conjunto titulado “Mantener el rumbo hacia los vehículos de cero emisiones en 2035 es indispensable”, ANFAC recordó que las normas europeas que afectan al automóvil “son críticas para el futuro de la industria y el empleo”. Por ello, considera esencial “la cooperación y la comunicación con el sector” antes de fijar posiciones oficiales ante Bruselas.
La asociación, que preside el directivo de Renault Josep Maria Recasens, subraya que la descarbonización “solo se alcanzará si se trabaja conjuntamente como país” y confía en que el Plan España Auto 2030-2035, actualmente en preparación, refleje ese espíritu de consenso. “Solicitamos que en futuras ocasiones podamos aportar nuestra posición antes de que se presenten formalmente las propuestas a las instituciones europeas”, reclama la organización que agrupa a los principales fabricantes del país.
Críticas al documento hispanofrancés
El texto impulsado por España y Francia reconoce la necesidad de adoptar medidas adicionales en la descarbonización ante el menor ritmo de ventas de vehículos eléctricos, pero evita asumir la “neutralidad tecnológica” más allá de 2035. Esta postura choca frontalmente con la que defiende Alemania y con la de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Para ANFAC, España ha perdido una oportunidad: “Las medidas deben ser más ambiciosas si se desea ofrecer soluciones duraderas que armonicen descarbonización, resiliencia y competitividad”.
La patronal alerta de que con una cuota actual de vehículos eléctricos puros (BEV) inferior al 16% en la UE —y del 8,4% en España—, los objetivos de reducción de CO₂ para 2030 y 2035 “no son alcanzables”. Por ello, insiste en la necesidad de incluir todas las tecnologías de propulsión bajas en carbono, desde los híbridos enchufables (PHEV) hasta los sistemas de hidrógeno o los combustibles sintéticos, siempre que contribuyan a reducir emisiones en el ciclo completo de vida.
Los retos de la electrificación
ANFAC admite que los fabricantes están “plenamente comprometidos con la neutralidad climática en 2050” y que han realizado fuertes inversiones en electrificación, pero advierte de que “la realidad sobre el terreno es mucho más compleja”. El despliegue insuficiente de infraestructura de recarga, la lentitud en el desarrollo de la cadena de valor de las baterías y la falta de incentivos sostenidos a la demanda están frenando la adopción del vehículo eléctrico.
En esa línea, la asociación, en sintonía con la europea ACEA, defiende que la política de emisiones debe apoyarse en tres pilares: reforzar la infraestructura y los incentivos para la electrificación, vincular los objetivos medioambientales con la competitividad industrial y aplicar el principio de neutralidad tecnológica.
Además, advierte de que un exceso de rigidez regulatoria puede tener efectos contraproducentes, especialmente en segmentos como el de los vehículos comerciales ligeros, donde la electrificación avanza más despacio. ANFAC reclama ajustar el objetivo de reducción de CO₂ para 2030 y ampliar a cinco años el período de adaptación para las furgonetas, ya que “muchas pequeñas empresas siguen sin poder acceder a modelos eléctricos por su coste y por la falta de puntos de carga rápida”.
Apoyo condicionado al ‘Made in Europe’
España y Francia defienden que el futuro de la automoción europea “será eléctrico”, pero piden introducir “supercréditos” para los vehículos producidos en Europa y con componentes europeos, con el fin de favorecer la competitividad frente a terceros países y dar már margen a las empresas europeas. ANFAC coincide en la necesidad de fortalecer la cadena de valor local, aunque advierte de que esa vinculación debe tener en cuenta “la complejidad de los suministros, el tiempo necesario para aumentar la producción de baterías en la UE y la urgencia de ofrecer vehículos asequibles a los ciudadanos”.