La ola de calor que afecta a España y buena parte de Europa afecta a cualquier actividad que se haga al aire libre, incluida la conducción de vehículos. La subida de las temperaturas hasta niveles cercanos a los 40 grados o incluso por encima en algunos lugares más castigados por la ola coincide con los viajes de la operación salida de vacaciones, por lo que vale la pena prepararse para aguantar el calor y los efectos colaterales que tiene en desplazamientos largos como los de estos días. 

El aceite, en riesgo

Las temperaturas elevadas que tiene que soportar el aceite de un motor durante el proceso de combustión son todavía más desafiantes en episodios en los que la temperatura ambiente supera los 40 grados. La evaporación que se suele producir de una parte del lubricante del motor aumenta su intensidad, por lo que es recomendable revisar el nivel de aceite del motor manualmente o a través de los avisos electrónicos. Este efecto de la evaporación es más acusado en las motos debido a la poca cantidad de aceite que cabe en el cárter del vehículo. 

Efecto del calor en los neumáticos

Los neumáticos están llenos de aire que también resulta afectado por el calor al sufrir una mayor dilatación. Por eso, los expertos recomiendan llevar los neumáticos con la presión mínima en verano, en función del nivel de carga, para evitar pinchazos o reventones.

Más temperatura, menos potencia

La refrigeración del motor es fundamental en viajes con una temperatura elevada como los de esta ola de calor. Por eso, es fundamental verificar el nivel del líquido de refrigeración para evitar que se recaliente más de lo normal el motor. Sin embargo, la elevada temperatura tiene un efecto de pérdida de potencia en el motor que puede llegar a un 15%, según algunos expertos. 

Frenos sensibles

Es probable que los conductores aprecien que cuesta un poco más frenar con el coche circulando en un día tórrido. El líquido de frenos y los discos también son sensibles a la temperatura y pueden provocar una pérdida de eficacia.

Climatización al límite

Un viaje de varias horas a 40 grados de temperatura ambiente es una prueba de fuego para el aire acondicionado de un coche. El sistema de climatización tendrá que trabajar a tope aumentando el gasto de carburante hasta un 20% si se reduce la temperatura interior del vehículo a menos de 20 grados. El problema es que si el aire acondicionado no funciona corectamente por un fallo interno o porque no dispone de la carga de gas necesaria, entonces habrá que forzarlo todavía más para intentar que el coche no se caliente demasiado.

Borrachera por deshidratación

El riesgo de deshidratación se dispara en episodios de calor como el actual, hasta el punto de que puede tener los mismos efectos que si el conductor se hubiera tomado ocho copas de vino. Los sentidos no funcionarán correctamente y pueden provocar un accidente. Por eso es más importante que los conductores se hidraten de forma regular en los viajes largos calurosos y que eviten comidas pesadadas que pueden provocar somnolencia agravada por la temperatura interior alta.